Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
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saltar <strong>de</strong>l surco que nos aprisiona, somero pero mortífero, cuyas pare<strong>de</strong>s bajas sólo nos<br />
conducen al hediondo montón <strong>de</strong> basura o la estrecha cripta funeraria.<br />
Alzó sus ojos <strong>de</strong> un azul gélido y contempló fríamente su imagen peluda en el espejo<br />
<strong>de</strong> plata.<br />
—A pesar <strong>de</strong> tu gran<strong>de</strong>za, Skwee —siguió diciéndose—, no has tenido ambiciones<br />
durante toda tu vida <strong>de</strong> rata. ¡Ahora, aunque sea por una sola vez, piensa en ti mismo!<br />
Y con esta vehemente or<strong>de</strong>n a sí mismo, cogió uno <strong>de</strong> los frascos blancos y se lo<br />
embolsó, titubeó un poco, metió todos los <strong>de</strong>más frascos en su bolsa, volvió a titubear y,<br />
con un encogimiento <strong>de</strong> hombros y una mueca sardónica, cogió también los frascos<br />
negros y salió apresuradamente <strong>de</strong> la habitación.<br />
El escorpión sobre la alfombra violeta aún movía débilmente las patas.<br />
14<br />
A la luz <strong>de</strong> la luna baja, Fafhrd trepó rápidamente a la alta muralla <strong>de</strong> <strong>Lankhmar</strong>, en el<br />
lugar don<strong>de</strong> Sheelba le había <strong>de</strong>jado, a tiro <strong>de</strong> arco al sur <strong>de</strong> la Puerta <strong>de</strong> la Marisma.<br />
Sheelba le había dicho que en la puerta podría tropezar con sus tres perseguidores<br />
vestidos <strong>de</strong> negro, pero Fafhrd lo dudaba. Era cierto que los jinetes negros habían<br />
avanzado como una tormenta <strong>de</strong> verano, pero la cabaña <strong>de</strong> Sheelba corrió a través <strong>de</strong>l<br />
mar <strong>de</strong> hierba como un huracán que se <strong>de</strong>splaza veloz a baja altura. Sin embargo, no<br />
discutió con el mago, pues tal especie se halla por encima <strong>de</strong> los ven<strong>de</strong>dores más<br />
persuasivos, tanto si le inundan a uno con palabras, como Ningauble, como si le<br />
manipulan con silencios significativos, que era el caso <strong>de</strong> Sheelba.<br />
Por lo <strong>de</strong>más, el mago <strong>de</strong> la marisma había mantenido su excéntrico silencio durante<br />
todo el viaje, caracterizado por los balanceos y los movimientos bruscos, y el norteño aún<br />
experimentaba una sensación <strong>de</strong> angustia. Fafhrd había encontrado muchos asi<strong>de</strong>ros<br />
para las manos y los pies en el muro antiguo. La escalada fue un juego <strong>de</strong> niños para<br />
quien en su juventud trepó al obelisco Polaris en las heladas Montañas <strong>de</strong> los Gigantes.<br />
Le preocupaba mucho más lo que podría encontrar en lo alto <strong>de</strong>l muro, don<strong>de</strong> por un<br />
instante sería incapaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> un enemigo situado por encima <strong>de</strong> él.<br />
Pero por encima <strong>de</strong> todo, y cada vez más, le extrañaba la oscuridad y el silencio que<br />
envolvían la ciudad. ¿Dón<strong>de</strong> estaba el fragor <strong>de</strong> la batalla, dón<strong>de</strong> las llamas? O bien, si<br />
<strong>Lankhmar</strong> ya había sido sometida, lo cual, a pesar <strong>de</strong>l optimismo <strong>de</strong> Ningauble, parecía lo<br />
más probable, dadas las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cincuenta a uno contra ella, ¿dón<strong>de</strong> estaban los<br />
gritos <strong>de</strong> los torturados, los aullidos <strong>de</strong> las mujeres violadas, así como el alegre estrépito y<br />
el griterío <strong>de</strong> los vencedores?<br />
Llegó a lo alto <strong>de</strong> la muralla y, <strong>de</strong> repente, se irguió y saltó a través <strong>de</strong> un ancho alféizar<br />
al parapeto, preparado para <strong>de</strong>senvainar en cualquier momento a Vara Gris y empuñar el<br />
hacha. Pero, por lo que podía ver, el parapeto estaba <strong>de</strong>sierto en ambas direcciones.<br />
Abajo, la calle <strong>de</strong> la Muralla estaba oscura y vacía. La calle <strong>de</strong>l Dinero, que se extendía<br />
al oeste, a su espalda, y estaba bañada por la luz <strong>de</strong> la luna, apenas era transitada,<br />
mientras que el silencio era incluso más profundo que cuando había trepado. Parecía<br />
llenar la gran ciudad amurallada, como agua que llega al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> una copa.<br />
Fafhrd se sintió atemorizado. ¿Acaso se habían ido ya los conquistadores <strong>de</strong><br />
<strong>Lankhmar</strong>? ¿Se habían llevado todos sus tesoros y sus habitantes en alguna flota enorme<br />
o caravana inimaginable? ¿Se habrían encerrado en las casas silenciosas con sus<br />
víctimas amordazadas, a fin <strong>de</strong> practicar algún rito <strong>de</strong> tortura masiva en la oscuridad?<br />
¿Era un <strong>de</strong>monio y no un ejército humano lo que había acosado a la ciudad y hecho<br />
<strong>de</strong>saparecer a sus habitantes? ¿Se había abierto la tierra para tragarse a vencedores y<br />
vencidos por igual y luego había vuelto a cerrarse? ¿O era toda la historia <strong>de</strong>l mago