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Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

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—Un hombre, claro —dijo ella con la misma inexpresividad—. Incluso los hombres <strong>de</strong><br />

nuestra raza reservan sus mejores afectos para sus compañeros <strong>de</strong> armas.<br />

—Es una clase distinta <strong>de</strong> afecto —replicó Fafhrd mientras <strong>de</strong>sataba a la yegua y<br />

palpaba la bolsa aplanada que colgaba <strong>de</strong>l arzón <strong>de</strong> la silla, para asegurarse <strong>de</strong> que el<br />

<strong>de</strong>lgado cilindro seguía allí. Entonces añadió <strong>de</strong> un modo más práctico—: Todavía te<br />

queda la mitad <strong>de</strong>l antílope para cobrar fuerzas durante el viaje <strong>de</strong> regreso a tu casa..., y,<br />

a<strong>de</strong>más, está crudo.<br />

—De modo que, según tú, somos <strong>de</strong>voradores <strong>de</strong> carroña. ¿Es esa mitad <strong>de</strong> antílope<br />

muerto una prueba <strong>de</strong> lo que significo para ti?<br />

—Bueno, siempre he oído <strong>de</strong>cir que los Espectros... No, claro, no trato <strong>de</strong><br />

recompensarte... Mira, Huesitos..., no voy a discutir contigo, eres <strong>de</strong>masiado experta en<br />

eso. Conténtate con saber que <strong>de</strong>bo correr como un rayo a <strong>Lankhmar</strong>, haciendo sólo una<br />

pausa para consultar a mi maestro brujo. No podría llevarte en ese viaje... ¡Ni a ti ni a<br />

nadie!<br />

Kreeshkra miró a su alre<strong>de</strong>dor con curiosidad.<br />

—¿Quién te ha pedido que le lleves contigo? ¿El murciélago?<br />

Fafhrd se mordió el labio.<br />

—Toma, aquí tienes mi cuchillo <strong>de</strong> caza. —Como ella no hizo intención <strong>de</strong> cogerlo, lo<br />

<strong>de</strong>positó junto a su mano—. ¿Sabes usar el arco?<br />

La muchacha esquelética se dirigió a algún espectador invisible:<br />

—Ahora el hombre <strong>de</strong> barro me preguntará si sé rebanar un hígado. Ah, <strong>de</strong> haber<br />

seguido juntos otra noche, sin duda me habría cansado <strong>de</strong> él y, con el pretexto <strong>de</strong> besarle<br />

el cuello, le habría mordido la gran arteria por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la oreja, para beber su sangre y<br />

<strong>de</strong>vorar su carroña <strong>de</strong> barro, <strong>de</strong>jando sólo su estúpido cerebro para que no contaminara al<br />

mío y lo redujera a la imbecilidad.<br />

Fafhrd se abstuvo <strong>de</strong> replicar y <strong>de</strong>jó el arco mingol con su aljaba <strong>de</strong> flechas junto al<br />

cuchillo <strong>de</strong> caza. Entonces se arrodilló para dar al Espectro femenino un beso <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>spedida, pero en el último momento ella volvió la cabeza, <strong>de</strong> modo que los labios <strong>de</strong><br />

Fafhrd sólo encontraron su fría mejilla.<br />

—Tanto si lo crees como si no, volveré a buscarte —le dijo al incorporarse.<br />

—No lo harás, y aunque lo hicieras, no me encontrarías en ninguna parte.<br />

—De todos modos te buscaré —insistió él mientras <strong>de</strong>sataba a la yegua—. Me has<br />

proporcionado el éxtasis más misterioso y extraordinario que ninguna mujer me había<br />

hecho sentir jamás.<br />

La muchacha Espectro tenía la mirada perdida en la noche.<br />

—Felicidad, Kreeshkra —musitó—. He aquí tu regalo a la humanidad: emociones<br />

misteriosas. Echa a correr como un rayo, hombre <strong>de</strong> barro. A mí también me encantan las<br />

emociones.<br />

Fafhrd apretó los labios y la miró <strong>de</strong> nuevo. Luego, al ponerse la capa, el murciélago<br />

echó a volar y se aferró a sus pliegues.<br />

—El murciélago, como he dicho —afirmó Kreeshkra, meneando la cabeza.<br />

Fafhrd montó la yegua y se alejó al trote por la la<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la colina.<br />

Kreeshkra se levantó <strong>de</strong> un salto, cogió el arco y las flechas, corrió al bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la<br />

hondonada cubierta <strong>de</strong> hierba y apuntó a la espalda <strong>de</strong> Fafhrd, mantuvo la cuerda <strong>de</strong>l<br />

arco tensa durante tres latidos <strong>de</strong> corazón y luego se volvió bruscamente y lanzó la flecha<br />

contra el árbol espinoso. El dardo se clavó en el centro <strong>de</strong>l tronco gris y se quedó allí<br />

vibrando.<br />

Fafhrd volvió rápidamente la cabeza al oír el disparo <strong>de</strong>l arco, el zumbido <strong>de</strong> la flecha y<br />

el sonido <strong>de</strong>l impacto. Vio que la mujer agitaba un brazo esquelético, saludándole, y siguió<br />

haciéndolo hasta que él llegó al camino al pie <strong>de</strong> la colina, don<strong>de</strong> espoleó a la yegua y<br />

partió al galope.

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