Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
madrigueras principales a través <strong>de</strong>l suelo y la roca? ¿O aumentará <strong>de</strong> un modo<br />
maravilloso mi astucia y mis po<strong>de</strong>res mentales?<br />
Con respecto a esto último, dudaba <strong>de</strong> que tal cosa fuese posible en un grado<br />
consi<strong>de</strong>rable.<br />
—Un poco <strong>de</strong> todo eso —replicó Sheelba, meneando la capucha como si asintiera—.<br />
Te pondré en la condición apropiada para enfrentarte al problema, te otorgaré un po<strong>de</strong>r<br />
para tratar con las ratas y también para producirles la muerte, que ningún hombre ha<br />
poseído en la tierra hasta ahora. Toma. —Soltó el frasco y el Ratonero lo cogió al vuelo.<br />
Sheelba añadió al instante—: Los efectos <strong>de</strong> la poción sólo duran nueve horas, hasta la<br />
última pulsación exacta, que calculo en un décimo <strong>de</strong> millón al día, por lo que <strong>de</strong>bes<br />
procurar que tu trabajo esté terminado en tres octavos <strong>de</strong> ese tiempo. No <strong>de</strong>jes <strong>de</strong><br />
informarme en seguida <strong>de</strong> todas las circunstancias <strong>de</strong> tu aventura. Y ahora, adiós. No me<br />
sigas.<br />
Sheelba se retiró al interior <strong>de</strong> su choza, la cual dobló al instante sus patas y alzó los<br />
pies en forma <strong>de</strong> escudos con unos sonidos <strong>de</strong> succión, alejándose..., al principio un tanto<br />
pesadamente, pero luego con más rapi<strong>de</strong>z, avanzando como un gran escarabajo negro o<br />
insecto acuático, sus placas <strong>de</strong>slizándose sobre la hierba marina, que aplastaban.<br />
El Ratonero miró cómo se alejaba, con ira y asombro. Ahora comprendía por qué la<br />
choza había sido tan elusiva, así como que su sentido <strong>de</strong> la orientación seguía incólume y<br />
por qué el alto árbol <strong>de</strong>l Halcón Marino no se veía por ninguna parte. Durante la noche<br />
pasada el mago le había obligado a una larga persecución, sin duda muy divertida <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> Sheelba.<br />
Y cuando al fatigado y enfangado Ratonero se le ocurrió que a Sheelba no le habría<br />
costado nada transportarle hasta las inmediaciones <strong>de</strong> la Puerta <strong>de</strong> la Marisma en su<br />
choza ambulante, se sintió tentado <strong>de</strong> arrojar el frasquito que había recibido contra la<br />
vivienda móvil que se alejaba.<br />
Sin embargo, ató fuertemente un trozo <strong>de</strong> venda alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l pequeño recipiente<br />
negro, <strong>de</strong> arriba abajo, para asegurar el tapón, lo guardó en el centro <strong>de</strong> su bolsa y la ató<br />
cuidadosamente. Se prometió que si la poción no resolvía sus problemas, haría sentir a<br />
Sheelba que toda la ciudad <strong>de</strong> <strong>Lankhmar</strong> se había levantado sobre una miríada <strong>de</strong><br />
piernas robustas y avanzaba a través <strong>de</strong> la Gran Marisma Salada para aplastar al mago<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su choza. Entonces, haciendo un gran esfuerzo, tiró <strong>de</strong> un pie <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l otro<br />
para salir <strong>de</strong>l fango en el que se había hundido casi hasta las rodillas, utilizó a Garra <strong>de</strong><br />
Gato para arrancar un par <strong>de</strong> pulsantes babosas marinas que se habían adherido a su<br />
bota izquierda y para matar a un gusano gigante que se enrollaba con fuerza a su tobillo<br />
<strong>de</strong>recho, apuró el último sorbo <strong>de</strong> vino picante que contenía su pequeño odre, se libró <strong>de</strong><br />
éste y se encaminó hacia las diminutas torres <strong>de</strong> <strong>Lankhmar</strong>, ahora apenas visibles en el<br />
brumoso oeste, directamente <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la luna gibosa, que se hundía y difuminaba.<br />
<strong>Las</strong> ratas estaban causando estragos en <strong>Lankhmar</strong>, infligiendo dolor y heridas. Los<br />
perros se acercaban aullando a sus amos para que les extrajeran <strong>de</strong> la cabeza dardos<br />
finos como agujas. Los gatos se escondían en espera <strong>de</strong> que pasara la plaga, mientras<br />
las mor<strong>de</strong>duras <strong>de</strong> los roedores se infectaban y curaban. Se encontraba a los hurones<br />
chillando en ratoneras que lesionaban la carne y rompían los huesos. El tití negro <strong>de</strong><br />
Elakeria estuvo a punto <strong>de</strong> ahogarse en el agua aceitosa y perfumada <strong>de</strong> la honda bañera<br />
<strong>de</strong> plata <strong>de</strong> su ama, cuyo bor<strong>de</strong> era resbaladizo y adon<strong>de</strong> el animalito había ido impulsado<br />
por algo que le aterraba más que el agua.<br />
La gente <strong>de</strong>spertaba gritando <strong>de</strong> su sueño, mordida por las ratas, y a veces veía una<br />
pequeña forma negra que se escabullía por la manta y saltaba <strong>de</strong> la cama. <strong>Las</strong> mujeres<br />
hermosas, o simplemente aterradas, adquirieron la costumbre <strong>de</strong> ponerse al acostarse<br />
por la noche unas máscaras <strong>de</strong> filigrana <strong>de</strong> plata o <strong>de</strong> duro cuero. En la mayor parte <strong>de</strong><br />
las viviendas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las <strong>de</strong> más alcurnia hasta las más humil<strong>de</strong>s, se mantenían velas