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Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

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ciudadanos, y luego se retiraban con la mayor rapi<strong>de</strong>z posible a su tétrica morada y sus<br />

camastros putrefactos.<br />

En el tejado <strong>de</strong> aquel templo no había sombra <strong>de</strong> roedores ni tampoco en la oscuridad,<br />

que iba espesándose a su alre<strong>de</strong>dor.<br />

Con un estremecimiento, el Ratonero le volvió la espalda, y allí, al otro lado <strong>de</strong> la calle,<br />

con los gran<strong>de</strong>s y borrosos cilindros <strong>de</strong> los silos a un lado y al fondo el palacio <strong>de</strong><br />

Glipkerio, con sus minaretes <strong>de</strong> colores que adquirían tonos pastel a la luz <strong>de</strong> la luna, se<br />

alzaba la casa estrecha, <strong>de</strong> piedra gris, <strong>de</strong> Hisvin, el merca<strong>de</strong>r <strong>de</strong> grano. Sólo una<br />

ventana <strong>de</strong>l piso superior estaba iluminada.<br />

Los intensos <strong>de</strong>seos que la nota <strong>de</strong> Hisvet había <strong>de</strong>spertado en el Ratonero brotaron<br />

<strong>de</strong> nuevo en él, y sintió la fuerte tentación <strong>de</strong> escalar el negro muro hasta aquella ventana,<br />

por muy lisa y sin asi<strong>de</strong>ros que pareciese, pero el sentido común prevaleció a pesar <strong>de</strong> los<br />

efectos <strong>de</strong>l vino. Al fin y al cabo, Hisvet había escrito «paciencia» antes que «valor».<br />

Lanzando un suspiro y encogiéndose <strong>de</strong> hombros, se volvió hacia el tramo<br />

brillantemente iluminado <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> los Dioses, dio la mayor parte <strong>de</strong> las monedas que<br />

contenía su bolsa a una enjoyada y remilgada esclava a cambio <strong>de</strong> un botellín <strong>de</strong><br />

aguardiente lechoso, un licor especial que la muchacha llevaba en una ban<strong>de</strong>ja colgada<br />

<strong>de</strong> sus hombros, por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> los senos <strong>de</strong>snudos, tomó un trago <strong>de</strong> fuerte licor y así se<br />

sintió lo bastante audaz para pasar por la calle <strong>de</strong> las Monjas, con la intención <strong>de</strong> ir a una<br />

plaza más allá <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> los Pensadores y, a través <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> los Oficios, regresar<br />

a la <strong>de</strong> las Baratijas, don<strong>de</strong> estaba la casa <strong>de</strong> Nattick.<br />

A bordo <strong>de</strong> la nave Calamar, acurrucado en la cofa, la gatita negra se agitó y gimió en<br />

su sueño, como si le acosaran pesadillas en las que le atacaba un gato gran<strong>de</strong>, o quizá<br />

incluso un tigre.<br />

10<br />

Al amanecer, Fafhrd robó un cor<strong>de</strong>ro y entró en un maizal al norte <strong>de</strong> Ilthmar, a fin <strong>de</strong><br />

procurarse el <strong>de</strong>sayuno para él y su montura. <strong>Las</strong> gruesas costillas, asadas o por lo<br />

menos bien tostadas sobre un pequeño fuego, estaban <strong>de</strong>liciosas, pero la yegua, mientras<br />

mascaba, miraba sombríamente a su nuevo amo con lo que a él le parecía una<br />

aprobación con reservas, como si dijera: «Me comeré este maíz, aunque es un condumio<br />

suave, lechoso y afeminado en comparación con el grano mingol, duro como el pe<strong>de</strong>rnal,<br />

con el que me criaron y que me procuró mi valor <strong>de</strong> acero, que se <strong>de</strong>be al duro esfuerzo<br />

<strong>de</strong> triturar el grano con los dientes».<br />

Terminaron <strong>de</strong> comer, pero se pusieron en marcha apresuradamente cuando unos<br />

pastores y campesinos airados se acercaron a ellos gritando a través <strong>de</strong>l campo. Una<br />

piedra lanzada con honda por un pastor, que probablemente había <strong>de</strong>scerebrado a unas<br />

cuantas docenas <strong>de</strong> lobos en su juventud, pasó zumbando cerca <strong>de</strong> la cabeza agachada<br />

<strong>de</strong> Fafhrd. Éste no intentó respon<strong>de</strong>r al ataque, sino que emprendió el galope, poniéndose<br />

fuera <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong> sus perseguidores, y entonces tiró <strong>de</strong> las riendas e hizo que la yegua<br />

avanzara a un trote lento, a fin <strong>de</strong> tener tiempo para pensar, antes <strong>de</strong> cruzar Ilthmar, a<br />

cuyo alre<strong>de</strong>dor no había caminos y cuyas torres achaparradas ya eran visibles al frente,<br />

brillando con <strong>de</strong>stellos engañosamente dorados bajo los rayos <strong>de</strong>l sol naciente.<br />

Ilthmar, situada frente al mar Interior, un poco al norte <strong>de</strong>l llamado Reino Hundido,<br />

región que se extendía al oeste, hasta <strong>Lankhmar</strong>, era una ciudad <strong>de</strong> gentes malignas,<br />

traicioneras, que sólo pensaban en el dinero. Aunque era la población más cercana a<br />

<strong>Lankhmar</strong>, se hallaba en el cruce <strong>de</strong> caminos <strong>de</strong>l mundo conocido, aproximadamente<br />

equidistante <strong>de</strong> las Tierras Orientales, protegidas por el <strong>de</strong>sierto, el boscoso reino <strong>de</strong> las<br />

Ocho Ciuda<strong>de</strong>s y las estepas <strong>de</strong> los implacables mingoles. Debido a su situación, Ilthmar<br />

siempre intentaba, mediante la astucia o el empleo <strong>de</strong> fuerzas secretas, cobrar impuestos

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