Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>Lankhmar</strong>, subas al campanario y hagas repicar las campanas, que llevan innumerables<br />
siglos en silencio. Es <strong>de</strong> suponer que eso servirá para <strong>de</strong>spertar a los dioses, pero no es<br />
más que una suposición.<br />
—No me gusta la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tener tratos con ese hatajo <strong>de</strong> fantoches polvorientos —se<br />
quejó Fafhrd—. Por lo que he oído <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> ellos, más parecen momias ambulantes que<br />
auténticos dioses, y más <strong>de</strong>sagradable todavía me resulta verme convertido en un cedazo<br />
a través <strong>de</strong>l cual se filtran, como arena, sus malignos caprichos seniles.<br />
Ningauble encogió sus bulbosos hombros cubiertos por el manto.<br />
—Creía que eras un valiente, entusiasta <strong>de</strong> las hazañas temerarias.<br />
Fafhrd soltó una risa sardónica.<br />
—Pero aunque vaya a <strong>Lankhmar</strong> para hacer que doblen las oxidadas campanas,<br />
¿cómo podrá resistir la ciudad hasta entonces, con las brechas en sus murallas y unas<br />
posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> cincuenta a uno en su contra?<br />
—Eso mismo me gustaría saber a mí —le aseguró Ningauble.<br />
—¿Y cómo llegaré al templo si en las calles se libran combates encarnizados?<br />
Ningauble volvió a encogerse <strong>de</strong> hombros.<br />
—Eres un héroe y <strong>de</strong>berías saberlo.<br />
—¿Qué me dices entonces <strong>de</strong>l silbato <strong>de</strong> hojalata? —inquirió Fafhrd con voz ronca.<br />
—Lo siento, pero no he obtenido ninguna información sobre eso. ¿Lo llevas encima?<br />
¿Podría verlo?<br />
Rezongando, Fafhrd sacó el silbato <strong>de</strong> su bolsa aplanada y, ro<strong>de</strong>ando el fuego, lo<br />
ofreció al mago.<br />
—¿Lo has tocado alguna vez? —le preguntó el encapuchado.<br />
—No —respondió Fafhrd, sorprendido, llevándoselo a los labios.<br />
—¡No lo hagas! —chilló Ningauble—. ¡No lo hagas bajo ningún concepto! No toques<br />
nunca un silbato <strong>de</strong>sconocido, pues podría invocar cosas mucho peores que mastines<br />
salvajes o los esbirros <strong>de</strong> un tirano. A ver, dámelo.<br />
Con un doble pliegue <strong>de</strong> su manga animada le arrebató a Fafhrd el silbato y lo acercó a<br />
su capucha, lo movió en el sentido <strong>de</strong> las agujas <strong>de</strong>l reloj y viceversa y, finalmente,<br />
<strong>de</strong>slizó al exterior cuatro <strong>de</strong> sus ojos y lo sometió a un escrutinio concienzudo.<br />
Cuando retiró los ojos, suspiró y dijo:<br />
—La verdad es que no estoy seguro, pero la inscripción tiene trece caracteres... No soy<br />
capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>scifrarlos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, pero hay trece. Ahora bien, si conectas este hecho<br />
con la esbelta figura <strong>de</strong> felino tendido en el otro lado... En fin, creo que este silbato sirve<br />
para invocar a los Felinos Bélicos. Claro que esto no es más que una mera <strong>de</strong>ducción, un<br />
paso entre otros varios, cada uno <strong>de</strong> ellos incierto.<br />
—¿Quiénes son los Felinos Bélicos? —preguntó Fafhrd.<br />
Ningauble encogió sus gruesos hombros bajo el manto.<br />
—Nunca lo he sabido con certeza, pero según ciertos rumores y leyendas..., ah, sí, y<br />
unos dibujos en las cavernas al norte <strong>de</strong>l Yermo Frío y el sur <strong>de</strong> Quarmall..., he llegado a<br />
la conclusión provisional <strong>de</strong> que constituyen una aristocracia militar <strong>de</strong> todas las tribus<br />
felinas, un sanguinario Círculo Interno <strong>de</strong> trece miembros..., en una palabra, una docena<br />
<strong>de</strong> feroces guerreros telúricos más uno. Yo diría..., aunque a título provisional, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
luego, que se presentarán cuando les invoquen, quizá con este silbato, y atacarán al<br />
instante a cualquier criatura, animal o humana, que se atreva a amenazar a las tribus<br />
felinas. Por eso te aconsejo que no lo toques, salvo en presencia <strong>de</strong> enemigos <strong>de</strong> los<br />
felinos más dignos <strong>de</strong> ser atacados que tú mismo, pues supongo que habrás matado a<br />
unos cuantos tigres y leopardos en tus tiempos. Toma, guárdatelo.<br />
Fafhrd recogió el silbato y lo guardó en la bolsa, al tiempo que preguntaba:<br />
—Pero por el cráneo bor<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> hielo <strong>de</strong>l gran dios, ¿cuándo voy a tocarlo? ¿Cómo<br />
es posible que el Ratonero esté vivo en dos partes <strong>de</strong> cincuenta cuando se encuentra<br />
enterrado a ocho varas <strong>de</strong> profundidad? ¿Qué ejército tan vasto, que supera en una