Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
empezó a navegar tan velozmente que el bote <strong>de</strong> la Tiburón no podía llegar a la cabeza<br />
<strong>de</strong> la alineación, aunque podía verse a Lukeen intimidando a sus soldados convertidos en<br />
remeros para que hicieran esfuerzos capaces <strong>de</strong> <strong>de</strong>slomarlos, y finalmente el bote tuvo<br />
que hacer señales a la Tiburón para que regresara a recogerla, cosa que la galera hizo<br />
con dificultad, cabeceando peligrosamente en las aguas agitadas, y no logró volver a la<br />
cabeza <strong>de</strong> la formación, con la ayuda <strong>de</strong> velas y remos, hasta la puesta <strong>de</strong>l sol.<br />
—No tendrá ganas <strong>de</strong> venir en ayuda <strong>de</strong> la Calamar esta noche —comentó Fafhrd al<br />
Ratonero, junto a la barandilla <strong>de</strong> babor en la cubierta central—, ni tampoco estará en<br />
condiciones <strong>de</strong> hacerlo.<br />
No había habido una ruptura abierta entre ellos y Slinoor, pero no se sentían inclinados<br />
a reunirse con él en la cubierta <strong>de</strong> popa, don<strong>de</strong> estaba, más allá <strong>de</strong> los timoneles,<br />
conversando con sus tres oficiales, los cuales habían perdido dinero al apostar por<br />
Lukeen y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces no se separaban <strong>de</strong> su capitán.<br />
—No esperarás todavía esa clase <strong>de</strong> peligro esta noche, ¿verdad, Fafhrd? —le<br />
preguntó el Ratonero riendo ligeramente—. Hemos <strong>de</strong>jado muy atrás las rocas <strong>de</strong> las<br />
ratas.<br />
Fafhrd se encogió <strong>de</strong> hombros y frunció el ceño. —Tal vez nos hemos excedido un<br />
poco al respaldar a las ratas.<br />
—Es posible —convino el Ratonero—, pero su encantadora ama bien vale alguna<br />
mentirijilla, ¿no crees?<br />
—Es una moza valiente y lista —dijo Fafhrd, sopesando sus palabras.<br />
—Lo es, y su doncella tampoco está nada mal. He observado que Frix te miraba con<br />
adoración <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el camarote, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tu victoria. Una joven muy voluptuosa. Algunos<br />
hombres incluso preferirían la doncella al ama. ¿Me escuchas, Fafhrd?<br />
Sin volverse para mirarle, el norteño movió la cabeza.<br />
El Ratonero le miró pensativo, preguntándose si sería oportuno hacerle cierta<br />
proposición que se le había ocurrido. No estaba completamente seguro <strong>de</strong> los<br />
sentimientos <strong>de</strong> Fafhrd hacia Hisvet. Sabía que el norteño era un hombre bastante<br />
lujurioso, y el día anterior pareció obsesionado por los encuentros amorosos que se<br />
habían perdido en <strong>Lankhmar</strong>, pero sabía también que su camarada tenía una veleidosa<br />
vena romántica que a veces era <strong>de</strong>lgada como un hilo, pero otras veces se convertía en<br />
una cinta <strong>de</strong> seda y leguas <strong>de</strong> anchura con la que ejércitos enteros podrían tropezar y<br />
per<strong>de</strong>rse.<br />
Slinoor permanecía en la cubierta <strong>de</strong> popa conversando animadamente con el cocinero<br />
y el Ratonero supuso que lo hacía acerca <strong>de</strong> Hisvet y la cena que ésta les había ofrecido.<br />
La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que Slinoor tuviera que ocuparse <strong>de</strong> los placeres <strong>de</strong> tres personas que aquel<br />
mismo día le habían contrariado hizo reír al Ratonero y, <strong>de</strong> algún modo, también le alentó<br />
a dar el paso problemático que había estado consi<strong>de</strong>rando.<br />
—Fafhrd —susurró—, juguémonos a los dados los favores <strong>de</strong> Hisvet.<br />
—Pero Hisvet es sólo una niña... —Empezó a <strong>de</strong>cir Fafhrd, en tono <strong>de</strong> rechazo.<br />
Entonces cerró los ojos y permaneció unos instantes meditando. Cuando volvió a abrirlos,<br />
miró al Ratonero y sonrió—. No, pues en verdad creo que esta Hisvet es una damisela tan<br />
sagaz y fantástica que necesitaremos aunar nuestros mejores esfuerzos para persuadirla.<br />
Y, a<strong>de</strong>más, ¿quién sabe?, jugarnos los favores <strong>de</strong> una muchacha así a los dados sería<br />
como apostar por el momento en que se abrirá un lirio nocturno <strong>de</strong> <strong>Lankhmar</strong> y si lo hará<br />
hacia el norte o el sur.<br />
El Ratonero rió entre dientes y dio un cariñoso codazo a Fafhrd en las costillas.<br />
—¡Éste es mi astuto y fiel camarada!<br />
Fafhrd miró al Ratonero con una súbita suspicacia.<br />
—Oye, no intentes emborracharme esta noche —le advirtió— o echarme opio en la<br />
bebida.