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Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

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—¡La blanca sombra <strong>de</strong>l éxtasis!<br />

—¡Señorita por aquí, señorita por allá! —replicó acerbamente el Ratonero.<br />

—¡Ciruela negra <strong>de</strong> Sarheenmar!<br />

—¡Aya kleshite!<br />

Ninguno <strong>de</strong> los dos aventureros durmió profundamente aquella noche, y cuando habían<br />

transcurrido dos tercios <strong>de</strong> la misma, el gong <strong>de</strong> la nave empezó a sonar a intervalos,<br />

mientras que los gongs <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más barcos replicaban o llamaban débilmente. Al<br />

amanecer, cuando los dos salieron a cubierta, la Calamar avanzaba lentamente a través<br />

<strong>de</strong> una niebla que ocultaba la parte superior <strong>de</strong>l velamen. Los dos timoneles miraban<br />

nerviosos a su alre<strong>de</strong>dor, como si esperasen ver fantasmas. <strong>Las</strong> velas apenas estaban<br />

hinchadas. Slinoor, con ojeras a causa <strong>de</strong> la fatiga y la inquietud, explicó brevemente que<br />

la niebla no sólo había aminorado la velocidad <strong>de</strong> la flota <strong>de</strong> transportes, sino que también<br />

la había <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado.<br />

—La nave que va <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nosotros es la. Atún, lo sé por el sonido <strong>de</strong> su gong. Y<br />

más allá <strong>de</strong> la Atún está la Carpa. ¿Y la Almeja? ¿Dón<strong>de</strong> para la Tiburón? ¡Y todavía no<br />

hemos rebasado las Rocas <strong>de</strong> los Dragones! Cierto que no tengo ningún <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> verlas.<br />

—¿No les llaman algunos capitanes las Rocas <strong>de</strong> las Ratas? —observó Fafhrd—. He<br />

oído <strong>de</strong>cir que, tras un naufragio, se estableció ahí una colonia <strong>de</strong> ratas.<br />

—Es cierto —concedió Slinoor y, sonriendo con acritud al Ratonero, comentó—: No es<br />

el mejor día para un espectáculo <strong>de</strong> roedores amaestrados en la cubierta <strong>de</strong> popa, ¿no es<br />

cierto? Pero gracias a esta niebla nos libraremos <strong>de</strong> eso. No puedo soportar a esas<br />

bestias blancas. Aunque sólo son doce me recuerdan <strong>de</strong>masiado a los Trece. ¿Habéis<br />

oído hablar <strong>de</strong> la leyenda <strong>de</strong> los Trece?<br />

—Sí, la conozco —dijo Fafhrd—. Una mujer sabia <strong>de</strong>l Yermo Frío me contó cierta vez<br />

que en cada especie <strong>de</strong> animal (lobos, murciélagos, ballenas, es algo común a todos<br />

ellos) existe siempre un grupo <strong>de</strong> trece individuos que se comportan con una sabiduría y<br />

una habilidad casi humanas (¡o <strong>de</strong>moníacas!). Aquella mujer sabia <strong>de</strong>cía que si uno<br />

lograba encontrar y amaestrar a los individuos <strong>de</strong> ese círculo interno, gracias a ellos<br />

podría dominar a todos los animales <strong>de</strong> esa especie.<br />

Slinoor miró a Fafhrd con los ojos entrecerrados.<br />

—Esa mujer no era estúpida <strong>de</strong>l todo —comentó.<br />

El Ratonero se preguntó si también para los hombres existiría un círculo interno <strong>de</strong><br />

trece individuos.<br />

La gatita salió como un espectro <strong>de</strong> entre la niebla y avanzó por la cubierta hacia<br />

Fafhrd, con un maullido impaciente. Entonces titubeó y miró al hombre, dubitativa.<br />

—Fijaos en los gatos, por ejemplo —dijo Fafhrd con una sonrisa—. Hoy mismo, en<br />

algún lugar <strong>de</strong> Nehwon, tal vez diseminados pero más probablemente agrupados, hay<br />

trece gatos <strong>de</strong> una sagacidad felina extraordinaria, que <strong>de</strong> alguna manera perciben y<br />

controlan el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> toda la especie gatuna.<br />

—¿Qué es lo que percibe ahora esta gata? —preguntó Slinoor en voz baja.<br />

La gatita negra miraba hacia babor, husmeando. De súbito su <strong>de</strong>lgado cuerpo se puso<br />

rígido y se le erizaron los pelos a lo largo <strong>de</strong>l espinazo y la cola.<br />

—¡Hoongk!<br />

Slinoor se volvió hacia Fafhrd, a punto <strong>de</strong> soltar un juramento, pero vio que el norteño<br />

miraba algo, boquiabierto y asombrado. Era evi<strong>de</strong>nte que él no había gritado.<br />

3<br />

Por babor emergió <strong>de</strong> la niebla una ver<strong>de</strong> cabeza <strong>de</strong> serpiente, gran<strong>de</strong> como la <strong>de</strong> un<br />

caballo, cuyos colmillos semejantes a dagas se erguían en la boca roja, horriblemente<br />

abierta. Con una celeridad increíble, aquella cabeza, en el extremo <strong>de</strong> un interminable

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