04.07.2013 Views

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

vidrio pulverizado. Te lo enseñaría con gusto si vinieras conmigo. También tengo una pica<br />

para toros con seis puntas <strong>de</strong> plata repujada, hecha en...<br />

—De modo que es mi compañía lo que <strong>de</strong>seas, como todos los <strong>de</strong>más a quienes no les<br />

cabe el alma en el cuerpo —replicó Samanda—. De acuerdo, te complaceré gustoso,<br />

pequeño Señor Supremo, pero los inquisidores me dijeron que vigilara durante toda la<br />

noche a esta malvada muchacha, quien está aliada con el jefe <strong>de</strong> las ratas.<br />

Glipkerio permaneció un momento in<strong>de</strong>ciso y finalmente dijo:<br />

—Bueno, supongo que si es necesario pue<strong>de</strong>s traerla contigo.<br />

—Estupendo —convino Samanda con entusiasmo, levantándose por fin <strong>de</strong>l sillón—.<br />

Po<strong>de</strong>mos probar los nuevos látigos con ella.<br />

—Oh, no, no, no —protestó <strong>de</strong> nuevo Glipkerio. Entonces, frunciendo el ceño y<br />

agitando sus hombros estrechos, añadió pensativo —: Aunque hay ocasiones en que para<br />

conocer las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un nuevo instrumento uno no tiene más remedio que...<br />

—Es cierto, uno no tiene más remedio —dijo Samanda, mientras <strong>de</strong>senganchaba la<br />

ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> plata <strong>de</strong>l collar <strong>de</strong> Reetha y enganchaba una correa corta—. Después <strong>de</strong> ti,<br />

pequeño Señor Supremo.<br />

—Ven primero a mi dormitorio —le dijo él—. Yo iré <strong>de</strong>lante para quitar <strong>de</strong> en medio a<br />

mis guardianes.<br />

Dicho esto, se alejó dando las zancadas más largas que permitía su toga ceñida.<br />

—No es necesario, pequeño Señor Supremo, pues conocen perfectamente tus hábitos<br />

—le gritó Samanda, y dio un tirón a la correa para que Reetha se levantase—. ¡Vamos,<br />

chiquilla! Eres objeto <strong>de</strong> un gran honor. Alégrate <strong>de</strong> que no soy Glipkerio, o te untarían<br />

con queso fundido y te arrojarían a las ratas para que te <strong>de</strong>vorasen.<br />

Cuando, tras recorrer los pasillos <strong>de</strong>siertos, <strong>de</strong>corados con colgaduras <strong>de</strong> seda,<br />

llegaron por fin al dormitorio <strong>de</strong> Glipkerio, éste se hallaba en pie, presa <strong>de</strong> una mezcla <strong>de</strong><br />

agitación e irritación, ante la gruesa puerta <strong>de</strong> roble, taraceada con materiales preciosos,<br />

y su temblor nervioso hacía crujir la toga negra.<br />

—Quise advertir a mis guardianes, pero no hay uno solo —se quejó—. Parece ser que<br />

mis ór<strong>de</strong>nes han sido estúpidamente mal interpretadas, las han tomado <strong>de</strong>masiado al pie<br />

<strong>de</strong> la letra y todos mis guardianes se han ido con los soldados y <strong>de</strong>más fuerzas <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n<br />

a los cuarteles meridionales.<br />

—¿Para qué necesitas guardianes si me tienes a mí, pequeño Señor Supremo? —<br />

replicó Samanda con jactancia, palmoteando una porra que pendía <strong>de</strong> su cinto—. ¿Quién<br />

te protegería mejor?<br />

—Es cierto —convino él, apenas con una sombra <strong>de</strong> duda, y <strong>de</strong> entre los pliegues <strong>de</strong><br />

su toga sacó una llave <strong>de</strong> oro gran<strong>de</strong> y complicada—. Ahora, Samanda, si te parece bien<br />

encerraremos aquí a la muchacha mientras inspeccionamos mis nuevas adquisiciones.<br />

—¿Y <strong>de</strong>cidir lo que vamos a usar con ella? —le preguntó Samanda con su voz<br />

estentórea y áspera.<br />

Glipkerio meneó la cabeza como si, sorprendido por estas palabras, las <strong>de</strong>saprobara, y,<br />

mirando por fin a Reetha, dijo en tono grave y paternal:<br />

—No, claro que no, simplemente supongo que a la pobre criatura le aburriría nuestra<br />

pericia.<br />

Sin embargo, no pudo evitar un súbito tono <strong>de</strong> ansiedad en su voz ni un brillo furtivo en<br />

sus ojos.<br />

Samanda soltó la correa y empujó a Reetha al interior <strong>de</strong> la habitación.<br />

En el último momento, Glipkerio reveló su aprensión.<br />

—Ahora no toques mi pócima nocturna —dijo señalando la mesilla <strong>de</strong> noche, sobre la<br />

cual había una ban<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> plata que contenía varios frascos <strong>de</strong> cristal y una copa <strong>de</strong> vino<br />

<strong>de</strong> color albaricoque claro.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!