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Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

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que resultó ser un solo grano <strong>de</strong> trigo hervido. Del mismo modo, uno <strong>de</strong> los cubos<br />

amarillentos <strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong> un dado se reveló como un áspero grano <strong>de</strong> azúcar, mientras<br />

que las bolas negras gran<strong>de</strong>s como la segunda falange <strong>de</strong> su <strong>de</strong>do pulgar eran <strong>de</strong> caviar.<br />

<strong>Las</strong> pinchó una tras otra con el tenedor y las mordisqueó, alternándolas con pedazos <strong>de</strong><br />

carne. Resultaba muy extraño comer buena y tierna carne <strong>de</strong> vaca, cuyas fibras eran tan<br />

gruesas como sus <strong>de</strong>dos.<br />

Tras haber consumido las abundantes porciones <strong>de</strong> la cena <strong>de</strong> Grig y apurado el vino,<br />

el Ratonero se colocó <strong>de</strong> nuevo la máscara y se dispuso a planear su huida a <strong>Lankhmar</strong><br />

Superior. Pero la campana <strong>de</strong> oro seguía atrayéndole y <strong>de</strong>sviando sus pensamientos <strong>de</strong><br />

las cuestiones prácticas, y no resistió la tentación <strong>de</strong> cogerla y hacerla sonar. Ce<strong>de</strong>r a la<br />

curiosidad sin dar tiempo a que la mente se irrite era uno <strong>de</strong> sus lemas.<br />

Apenas se había disipado el tintineo, cuando las pesadas cortinas <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las<br />

puertas laterales se corrieron y apareció una rata esbelta, hembra sin duda, vestida con<br />

túnica, capucha, máscara, zapatillas y guantes, todo ello <strong>de</strong> fina seda <strong>de</strong> color amarillo<br />

limón.<br />

La recién llegada mantuvo las cortinas separadas, miró al Ratonero y le dijo en voz<br />

baja:<br />

—Vuestra dama os espera, señor Grig.<br />

La primera reacción <strong>de</strong>l Ratonero Gris fue <strong>de</strong> engreída satisfacción. De modo que Grig<br />

tenía, en efecto, una querida, y su respuesta impulsiva a la pregunta <strong>de</strong>l sorprendido<br />

Skwee («¿esposa?») en el consejo había sido una brillante muestra <strong>de</strong> intuición. Tanto si<br />

su talla era humana como si tenía la pequeñez <strong>de</strong> una rata, su inteligencia superaba a la<br />

<strong>de</strong> cualquiera. Poseía una mente <strong>de</strong> Ratonero, sin parangón en el universo.<br />

Entonces se levantó y se acercó a la esbelta figura vestida <strong>de</strong> amarillo. Había en ella<br />

algo extrañamente familiar. Se preguntó si sería la misma ratesa <strong>de</strong> ver<strong>de</strong> atavío a la que<br />

había visto llevando unas comadrejas sujetas con correas cortas.<br />

Utilizando la misma estratagema que había empleado con el cocinero, le señaló en<br />

silencio la puerta para que le precediera. Ella asintió y él la siguió <strong>de</strong> cerca a lo largo <strong>de</strong><br />

un corredor serpenteante y mal iluminado.<br />

Mientras miraba su esbelta silueta y olía su perfume almizcleño, se dijo que tenía un<br />

enorme atractivo. Algo tardíamente recordó que era una rata y <strong>de</strong>bería provocarle una<br />

repugnancia extrema. Pero ¿era en realidad una rata? Si él se había reducido <strong>de</strong> tamaño,<br />

no era imposible que lo mismo les ocurriera a otras personas. Y si aquélla no era más que<br />

la doncella, ¿cómo sería su ama? Sin duda, un fardo <strong>de</strong> grasa, o peluda como una vieja<br />

bruja, se dijo cínicamente. Aun así, su expectación fue en aumento.<br />

Dedicó un momento a orientarse y <strong>de</strong>scubrió que la puerta lateral por la que habían<br />

salido <strong>de</strong> la habitación presumiblemente daba acceso a los aposentos <strong>de</strong> lord Nuil y no a<br />

los <strong>de</strong> Siss y Skwee.<br />

Finalmente, la ratesa vestida <strong>de</strong> amarillo separó unas pesadas colgaduras negras<br />

recamadas <strong>de</strong> oro y luego otras <strong>de</strong> fina seda violeta. El Ratonero pasó por <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la<br />

doncella y, a través <strong>de</strong> las aberturas oculares en la máscara <strong>de</strong> Grig, vio un dormitorio <strong>de</strong><br />

gran<strong>de</strong>s proporciones, bellamente amueblado pero, al mismo tiempo, el más extraño y<br />

quizá el más aterrador que había visto jamás. En cortinas, alfombras y tapicería se<br />

combinaban los colores plateado y violeta, este último exactamente igual que el <strong>de</strong>l<br />

vestido <strong>de</strong> la doncella. El dormitorio estaba iluminado indirectamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo con<br />

estrechos y hondos recipientes <strong>de</strong> viscosos gusanos <strong>de</strong> luz, gran<strong>de</strong>s como anguilas,<br />

colocados contra las pare<strong>de</strong>s. Junto a los recipientes luminosos había varios tocadores,<br />

cada uno con un gran espejo <strong>de</strong> plata, por lo que el Ratonero vio más <strong>de</strong> un reflejo <strong>de</strong> su<br />

propia figura y la <strong>de</strong> su guía, quien acababa <strong>de</strong> correr las cortinas violeta. Los tocadores<br />

estaban llenos <strong>de</strong> cosméticos e instrumental <strong>de</strong> belleza, elixires <strong>de</strong> diversos colores y<br />

vasitos, todos excepto uno, que se hallaba junto a una segunda puerta cubierta con una

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