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Plumilla Educativa 7.pdf - Universidad de Manizales

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<strong>Plumilla</strong> <strong>Educativa</strong>Carlos Calvo Muñozmuy por el contrario, tiene en ella a unaliado insustituible en el proceso creativo;tampoco acepta nada como obvio, puessabe que lo común y corriente es misteriosoy nunca vulgar. La realidad jamás se lopresenta como algo <strong>de</strong>finitivo, sino comoel <strong>de</strong>venir en proceso <strong>de</strong> creación. Si elpoeta en vez <strong>de</strong> inocente fuese ingenuo<strong>de</strong>jaría <strong>de</strong> preguntar, ya no habría sorpresamisteriosa esperándolo a cada momento.Simplemente <strong>de</strong>jaría <strong>de</strong> ser poeta.Inocente es el que busca porque vivesorprendido. Ingenuo es el que cree saber.Inocente es el que continuamenteapren<strong>de</strong>. Ingenuo es aquel que tienerespuesta para todo porque cree sabertodo. El ingenuo es ahistórico; en cambio,el inocente vive inmerso en su historia,conciente <strong>de</strong> que el futuro jamás podráser una continuidad lineal <strong>de</strong>l pasado. Lainocencia se relaciona con la incertidumbre;la certeza con la ingenuidad. Por eso,mientras el ingenuo vive preocupado, elinocente se ocupa. Una persona ingenuaque vive con verda<strong>de</strong>s pre-establecidastiene dificulta<strong>de</strong>s para dialogar, especialmentecon otro ingenuo. Cada cual creeráque podrá convencer al otro, olvidandoque cada uno tiene sus verda<strong>de</strong>s que<strong>de</strong>sea imponer.Ser y estar educativoEs curioso, pero quien más nos tientacon la certeza ingenua es la escuelacon sus verda<strong>de</strong>s preestablecidas, susprogramas rígidos y sus exigencias administrativas.Por ejemplo, en muchísimasescuelas la biblioteca y el laboratorio sonun lugar <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>s muertas más que unmundo <strong>de</strong> sorpresas, <strong>de</strong>safíos y aventurasinfinitas. La sala <strong>de</strong> clases es el lugar <strong>de</strong>lmagister dixit, totalmente ajeno a la vidapresente en la calle, llena <strong>de</strong> sorpresasinfinitas e imprescindibles en el <strong>de</strong>sarrolloequilibrado <strong>de</strong> cualquier persona urbana.La calle es el lugar y tiempo <strong>de</strong> tránsito ydistracción <strong>de</strong> los pequeños que se maravillanpor igual ante el charco <strong>de</strong> aguao el arco iris majestuoso.En la escuela la tentación <strong>de</strong> la certidumbreseduce con la ilusión <strong>de</strong> haber aprendidomucho antes <strong>de</strong> que el estudiante hayaterminado <strong>de</strong> estudiar. La confusión seincuba solapadamente en la creencia quebasta la palabra para sustituir la realidadsesgando la búsqueda y favoreciendo lamemorización y la repetición.En cambio, en los procesos educativosfluye a la inversa. Primero, el asombroprovocado por el <strong>de</strong>scubrimiento, quecon frecuencia nos <strong>de</strong>ja literalmente sinpalabras. Después, se nombrarán lasrelaciones y las relaciones <strong>de</strong> relaciones.Cuando nos escolarizamos la palabranos aguarda para repetir aquellos vocabloscelosamente guardados en los textos<strong>de</strong> estudio y que hemos repetido muchasveces. De esa manera sólo apren<strong>de</strong>moslo que otros <strong>de</strong>scubrieron y no lo que nosotrospodríamos crear. Apren<strong>de</strong>mos a recordarfórmulas, fechas, incluso valores ysentimientos, pero no logramos integrarlosal <strong>de</strong>venir <strong>de</strong> nuestra existencia. Leemossobre la pobreza, pero no nos inmutamosante el drama atroz <strong>de</strong> la miseria; leemossobre los logros <strong>de</strong> la globalización y nonos conmovemos ante la <strong>de</strong>shumanizaciónque trae consigo; estudiamos lacomposición química <strong>de</strong> los alimentos,pero no aplicamos ese conocimientocuando comemos; apren<strong>de</strong>mos sobre lareproducción, pero nada sabemos sobreel misterio <strong>de</strong> la atracción sexual.Con la escuela apren<strong>de</strong>mos a hablarsobre lo que leemos, pero se nos escapael vivir. Esa palabra es fría y estéril si nocapturamos su secreto; no sirve para“leer” nuestra realidad. Seremos capaces<strong>de</strong> leer textos, fórmulas, datos y fechasimpresas en libros y revistas, pero somosincapaces <strong>de</strong> leer el texto <strong>de</strong> nuestraspasiones políticas y, mucho menos, el <strong>de</strong>nuestras contradicciones axiológicas.En ese caso, somos analfabetos culturalesque transitamos por la vida sin “leer”lo que a diario escribimos en ella. Somosprisioneros <strong>de</strong> nuestra rutina. Ya no hayadmiración ni sorpresa, ni contradicción20 • Programa <strong>de</strong> Educación

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