30.04.2016 Views

PRESENTACIÓN 1

Incursiones_queer_FINAL

Incursiones_queer_FINAL

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

OCUPANDO EL CAMPO PARTIDISTA 151<br />

país fue el desarrollo del rock mexicano y la contracultura que creció<br />

a su alrededor como una arena de resistencia cultural, inicialmente<br />

entre la clase media urbana, pero subsecuentemente también entre<br />

la juventud de las clases populares. Es cierto que los roqueros mexicanos<br />

no fueron tan lejos como los tropicalistas al borrar los límites<br />

de las normas sexuales prevalecientes en la letra de sus canciones y<br />

su presencia en el escenario, pero la contracultura que fomentaron<br />

directamente desafió las nociones prevalecientes de la moral y las<br />

buenas costumbres, al ser descalificada, en forma similar, como una<br />

expresión de alienación cultural. En su apogeo, el concierto masivo<br />

de rock de 1971 Avándaro, algunas veces referenciado como “el<br />

Woodstock mexicano,” reunió a decenas de miles de jóvenes y atrajo<br />

críticas de todo el espectro político en contra de ellos. Dentro del<br />

coro, Carlos Monsiváis llamó al evento “uno de los grandes momentos<br />

de colonialismo mental en el Tercer Mundo” (citado en Agustín<br />

2007: 88). El historiador cultural José Agustín, sin embargo, advirtió<br />

algo profundamente “nacional” en las expresiones híbridas culturales<br />

creadas por los así llamados jipitecas, o hippies aztecas, al notar, por<br />

ejemplo, el desafío planteado en el contexto del racismo de México<br />

por la identificación con las comunidades indígenas —a través de<br />

la vestimenta, las artesanías y el consumo de plantas sagradas— de<br />

sectores crecientes de la juventud urbana, quienes eran cada vez más<br />

de piel oscura y pobres: “Solo durante el auge del muralismo, en los<br />

años 30, había ocurrido algo semejante, cuando grupos de intelectuales<br />

nacionalistas siguieron la moda Diego-Frida, y manifestaron<br />

su admiración por los indios” (77).<br />

Notablemente, tanto la contracultura como las subculturas<br />

queer urbanas cada vez más visibles enfrentaron descalificaciones<br />

discursivas parecidas desde el Estado y en la prensa oficialista, lo<br />

que reflejó el desafío paralelo que plantearon en contra de una<br />

comprensión hermética e implícitamente generizada de la nación<br />

tradicional. En 1968, por ejemplo, el semanario Jueves de Excélsior<br />

lamentó la erosión de los roles de género prescritos adoptados por<br />

los hippies al mencionar que los hombres hacían todo lo posible para<br />

parecer mujeres, con su pelo largo, pantalones apretados y forma<br />

de caminar; mientras las mujeres parecían hombres, con sus pantalones,<br />

suéteres y cortes de pelo (Zolov 1999: 134). Estas respuestas

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!