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PRESENTACIÓN 1

Incursiones_queer_FINAL

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152 INCURSIONES QUEER EN LA ESFERA PÚBLICA<br />

paralelas fueron más allá del discurso. La contracultura juvenil y<br />

las subculturas queer enfrentaron represión por parte del Estado a<br />

través de redadas policiacas, cargos sin fundamento de ultraje a la<br />

moral pública y atentado al pudor, así como las no infrecuentes violaciones<br />

de las libertades civiles básicas por parte de las unidades de<br />

policía especializada, quienes se encargaron efectivamente de hacer<br />

cumplir las normas culturales en la plaza pública. Esta relación entre<br />

la represión de Estado sobre los jóvenes, el cumplimiento de la<br />

moral pública y las construcciones prevalecientes de la nación fue<br />

advertida por Monsiváis:<br />

Desde la década de los 50, cuando los jóvenes —con la aparición de los “rebeldes<br />

sin causa”— se afirman como especie aparte, se inician las redadas que<br />

localizan la culpa inminente en el aspecto. A lo largo de los 60, los jóvenes<br />

con el cabello largo y el aire de prófugos-del-Catecismo son atrapados en la<br />

provincia y en la capital, rapados, sometidos a cualquier vejación. Se desata,<br />

literalmente, una guerra contra los jóvenes, que les hace pagar su libertad de<br />

costumbres y su falta de respeto por las tradiciones en una operación que es<br />

claramente la consecuencia policiaca de una indignación moral, la serie de<br />

asaltos que epiloga la ira de las buenas conciencias en el poder. Cada policía<br />

que insulta, golpea, rapa, extorsiona, lo hace seguro de que las Más Altas Autoridades<br />

aprobarían la acción que salva a México de los jipitecas.<br />

Transcurrida la estrategia de vindicación nacionalista contra los desnacionalizados<br />

“hijos de Avándaro”, se institucionaliza el asalto. En los diez últimos<br />

años, el rito es impecable: se detiene al azar a grupos o a jóvenes solitarios,<br />

se les encuentra (o con más frecuencia, se les deposita) mariguana, se les<br />

despoja de sus pertenencias, se les multa, se les regaña con suficiencia ética.<br />

Ocasionalmente, los padres de las víctimas protestan. Nunca hay respuesta.<br />

Las autoridades no se dan por enteradas. 15<br />

Estas experiencias paralelas de represión estatal en nombre del orden<br />

público no solo darían un fuerte ímpetu a un organizado movimiento<br />

de liberación homosexual, sino que formarían las bases para<br />

un frente común entre activistas lésbico-gay y juveniles.<br />

De hecho, a pesar del rechazo de varios miembros de la izquierda<br />

en ambos países, una nueva generación de cuadros, incluidos<br />

15<br />

Carlos Monsiváis, “A la escalada de delincuencia la policía opone su propia delincuencia:<br />

las redadas, contacto diario de la autoridad con los ciudadanos pobres”, Proceso,<br />

18 de marzo de 1984.

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