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PRESENTACIÓN 1

Incursiones_queer_FINAL

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INTRODUCCIÓN 79<br />

se le atribuye el carácter irreductible a la materia simultáneamente ontologiza<br />

y fija en su lugar esa matriz generizada. Y si se juzga que el efecto constituido<br />

de esa matriz es el terreno indiscutible de la vida corporal, parecería que queda<br />

excluida de la indagación crítica toda posibilidad de hacer una genealogía de<br />

esa matriz. 14<br />

Por supuesto, la investigación existente se ha centrado especialmente<br />

en cómo se construyen las matrices generizadas locales. Yo<br />

diría, sin embargo, que privilegiar metodológicamente las categorías<br />

locales de autoidentificación, al tiempo que se ofrecen importantes<br />

observaciones sobre la construcción variable de las sexualidades<br />

—comprensible ciertamente en términos de una política que<br />

se resiste a la fácil imposición de categorías de pensamiento—, a<br />

veces ha oscurecido las relaciones mucho más complejas entre el<br />

individuo y lo social, y entre lo nacional y lo extranjero.<br />

La sugerencia de Butler acerca de que la sedimentación de las<br />

identidades no tiene una historia sino varias, implica una cierta polivocalidad<br />

en la constitución de las identidades. Para entender esa<br />

noción, podríamos recurrir a las raíces del interaccionismo simbólico<br />

y la división del Self (Ser) que George Herbert Mead (1963) elabora<br />

entre el Yo (I) y el Mi (Me). El Mi, según Mead, representa las<br />

identidades socialmente constituidas con las que nacemos. Como<br />

objeto de estas categorías socialmente impuestas, todos estamos insertos<br />

en marcos más amplios de poder que limitan las prácticas, o<br />

los guiones, que podemos encarnar a través de sanciones formales<br />

o informales. En otras palabras, los significados simbólicos intersubjetivamente<br />

negociados y contextualmente específicos, proveen el<br />

prisma a través del cual leemos nuestro mundo y a nosotros mismos.<br />

Pero, de nuevo, siempre hay un desplazamiento. Y siguiendo a<br />

Mead, el Yo, el sujeto, puede responder al Mi, el objeto, y potencialmente<br />

incluso actuar sobre él. A partir de estas nociones, sugeriría<br />

que el Mi está construido no de manera unívoca, sino por una<br />

multiplicidad de prácticas discursivas (a menudo contradictorias)<br />

que actúan sobre nosotros, tanto suscitando nuestros deseos, como<br />

14<br />

Traducción de Alcira Bixio, Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y dicursivos<br />

del “sexo”, Paidós, 2002, Buenos Aires, pp. 55-56. N. del T.

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