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En la misma dirección, es posible afirmar que la Dictadura militar prolongó la existencia de ese<br />

periodismo entre nosotros. Su política represiva brutal y violenta en todos los planos sobre la sociedad, hizo<br />

posible que el ejercicio de la profesión periodística pudiera todavía vivirse como una causa. La censura<br />

oficial y una propaganda abierta y sin tapujos, a través de la prensa oficial, hizo posible que se hiciera<br />

necesaria y legítima la búsqueda de una verdad social alternativa.<br />

El cambio de siglo: prensa y neoliberalismo<br />

A contar de los `90, el particular tipo de transición pactada que puso término a la Dictadura y que<br />

consagró la vigencia del proyecto modernizador y el modelo de sociedad neo liberal impuesto por<br />

aquella, sumado a la globalización de las comunicaciones y la creciente difusión del desarrollo<br />

tecnológico, han significado que ciertas tendencias universales de la práctica periodística se conviertan<br />

en las predominantes dentro del mercado informativo nacional.<br />

La consagración del mercado como factor articulador de todas las prácticas sociales; la disminución de<br />

la actividad política del Estado y su aumento en el ámbito del control y la administración, en conjunto<br />

con los procesos de concentración y centralización del poder, han provocado que el mercado se haga<br />

cargo de los fines y lenguajes de lo público, lo cual significa su privatización y, a la vez, que se<br />

socializan las demandas del mercado y se universalizan sus normas. Las mercancías son ofrecidas como<br />

si fueran de interés general, ocultando la intencionalidad económica privada, tratando a su público como<br />

si fueran ciudadanos y no consumidores. Las instituciones políticas proceden de manera similar<br />

resultando el efecto contrario: los ciudadanos son tratados como consumidores, convirtiendo la vida<br />

pública en un asunto de marketing, en el cual lo que priman son las imágenes de marca (Habermas,<br />

1981). En esta perspectiva, se produce la reducción de toda estrategia comunicacional, incluyendo las de<br />

propaganda política, las periodísticas y las de desarrollo social o bien público a estrategias publicitarias<br />

de mercado.<br />

Volviendo a Verón, estaríamos en un proceso de mediatización general de la sociedad, caracterizado<br />

porque los medios ya no son solamente dispositivos de reproducción de un real al que copian más o<br />

menos correctamente, sino más bien dispositivos de producción de sentido. Se trataría de una sociedad<br />

en que las distintas prácticas sociales (económicas, políticas, culturales, institucionales y de la vida<br />

cotidiana) se estructuran cada vez más en relación directa con la existencia de los medios. En ese<br />

sentido, habría una diferencia fundamental en estrategias periodísticas que instalan un lugar y una<br />

misión previamente y, desde allí, buscan representar a un público, que serían las predominantes en<br />

buena parte del siglo pasado y otras, que parten desde el interior de una convocatoria alrededor de un<br />

espectáculo y que tratan de interesar a un mercado potencial o relativamente cautivo.<br />

Ello implica, por otro lado, que ya no son los hechos los que preceden a la noticia, con la posibilidad de<br />

construcción y producción de aquella y su potencialidad de manipulación y sus efectos de alienación.<br />

Más allá y al revés de eso, lo que estaría ocurriendo es que es la información la que genera el<br />

acontecimiento y los hechos, (Baudrillard, 1993), cuestión potenciada por el desarrollo de las relaciones<br />

públicas y las asesorías comunicacionales, así como de las fuentes informativas premunidas de poder<br />

político y/o económico para incidir en la producción de contenidos.<br />

Si el periodismo es un bien común, el mercado no es capaz de generarlo o promoverlo en suficiente<br />

calidad o cantidad. De hecho, “se ha vuelto crecientemente dependiente del material de relaciones<br />

públicas (…) Con ciclos de 24 horas de noticias y plataformas multimediáticas, las organizaciones de<br />

noticias deben crear más contenido informativo con menos reporteros. Como resultado, las redacciones<br />

pueden ser más receptivas a “información subsidiada”, que son los esfuerzos de las fuentes noticiosas<br />

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