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experiencia. El segundo descentramiento los autores lo proponen en relación con la posición de los
sujetos en la esfera mediática digital, la que no es fija ni permanente. Hoy, las posibilidades tanto de
generar y producir contenidos y ponerlos en circulación serían, en teoría, amplias y extendidas en
nuestra sociedad. Esto implica que en la relación con los medios los sujetos pueden tener a la vez, y de
forma paralela o complementaria, diversos propósitos e intenciones. A la vez que se busca información,
se sigue la serie preferida por internet, o se coordinan actividades vía aplicaciones de mensajería
instantánea; se puede generar contenidos digitales y ponerlos en circulación en plataformas digitales de
todo tipo.
Lo anterior tiende a estar asociado a las prácticas mediáticas de los y las jóvenes. Existe la idea
generalizada de que están altamente tecnologizados y muchos hacen una relación inmediata entre los
llamados “nativos digitales” y un uso avanzado de los medios y tecnologías digitales. Es claro que esta
idea estereotipada de las juventudes es altamente discutible pues sus prácticas son diversas y
heterogéneas. Siguiendo a Hobart (2010), si asumimos que la práctica hace alusión a formas complejas
y reconocibles de actividad social; que supone tanto la agencialidad de los sujetos, como la articulación
de éstos con objetos y propósitos; que no son lineales ni consistentes, toda intención de establecer
patrones homogéneos y universales se aleja totalmente de la posibilidad de dar cuenta de las prácticas
mediáticas. Para este autor, solo es posible asumir la naturaleza situada de las prácticas y por lo tanto,
reconocer el peso de los escenarios y contextos sociales particulares, reconociendo el punto de vista de
los propios sujetos en las definiciones sobre lo que serían determinadas prácticas.
A partir de lo anterior, las posibilidades de acercarse a los significados sobre producción y productores
mediáticos, foco de esta comunicación, requiere de reconocer las posiciones de determinados grupos y
sus particulares puntos de vista al respecto.
Uno de los grupos parcialmente estudiado ha sido el segmento de jóvenes universitarios. La
investigación empírica internacional hasta ahora encontrada muestra una tendencia a problematizar las
prácticas mediáticas de estos grupos en relación con los social media y sus usos académicos (Gómez,
Roses y Farías, 2012; Linne, 2015); la brecha digital (Berrio-Zapata y Rojas, 2014); y la discusión
sobre la homogeneidad y experticia en el uso de las redes sociales (Kennedy, Judd, Dalgarno &
Waycott, 2010). Los resultados en general muestran un uso que cuestiona la idea de usuarios
avanzados. En América Latina se han encontrado estudios de caso que abordan la experiencia de los
universitarios en relación con el consumo mediático de información científica (Domínguez, 2014), otro
con estudiantes de finales de la carrera de Comunicación Social en México, sobre sus uso de internet en
diversos contextos sociales (Martín Barbero, 2003). En Chile se han encontrado algunos estudios de las
prácticas mediáticas digitales de los y las universitarias, si bien en los últimos años la mayoría de ellos
han estado centrados en los usos de redes sociales y su relación con la participación social y política
(Cabalín 2014; Cárdenas, 2014), otros han abordado en términos más generales las prácticas en
relación con, por ejemplo, la alfabetización (Del Valle, Denegri & Chávez, 2012). Sin embargo, no se
han encontrado antecedentes que den cuenta de las prácticas de producción digital y su circulación en
diversas plataformas mediales.
En esta comunicación se presentan algunos resultados de un estudio de caso realizado en con
estudiantes de primer año de carreras del área de la comunicación de la Universidad de Chile. El
propósito de esta investigación era situar en este contexto particular las prácticas mediáticas de los
jóvenes, pues interesaba poner atención sobre determinados factores que podrían marcar distinciones
en dichas prácticas. Se optó por trabajar con estudiantes de primer año, de modo de que la formación
profesional no fuera un factor tan relevante en las prácticas. En una primera etapa el estudio dio cuenta
de las prácticas más frecuentes y permitió identificar aquellos pocos casos que presentaban
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