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incertidumbre, lo que más terror producía a quienes vivían el terremoto y más horror a quienes los<br />

imaginaban. El relato humano del peligro fatal, era indispensable para la prensa como recurso retórico.<br />

Para ello, el detalle de cada momento vivido del testigo permitía no sólo darle un sentido y coherencia<br />

al relato, sino que era la esencia del acto de la descripción de la experiencia y la construcción de la<br />

tragedia. Este relato minucioso de todo lo visto, oído, sentido, hecho y hasta imaginado era<br />

imprescindible en el relato periodístico, sobre todo en cuanto a las catástrofes (Camps, 1999). Todo lo<br />

sentido y experimentado constituía el pathos dramático, componente vital de escenificación de la<br />

tragedia y la reflexión por el devenir humano.<br />

Para el relato testimonial, el después del terremoto tenía tanta relevancia como el momento mismo del<br />

terremoto. Así pues la catástrofe en la prensa trascendía no sólo el espacio, sino también el tiempo,<br />

extendiéndose durante días. Para Schiller lo sublime nace del terror producido por los aconteceres<br />

infaustos, de aquellos contra los cuales no hay defensa, pero sólo se alcanza por medio de la resistencia<br />

moral (Pinna, 2006). Lo heroico por tanto era también un componente esencial del relato de catástrofe.<br />

En el testimonio del terremoto, el testigo, en su escape, en la lucha épica individual por la<br />

sobrevivencia, muestra cómo pese a la adversidad, la humanidad triunfa por sobre la naturaleza, sino<br />

físicamente, al menos moralmente. De este modo, la naturaleza, en la espectacularización de la<br />

catástrofe y pese a su inmensidad no reduce al hombre moralmente, no lo somete a la bestialidad. De<br />

hecho, los relatos de testigos presenciales son en sí instrumentos potentes de resiliencia. Son los<br />

testimonios de quienes han escapado a triunfalmente la muerte y que pese a la adversidad y a los<br />

propios límites de la razón y la imaginación, informan lo ocurrido.<br />

Así, el desconcierto, lo dramático y lo heroico de los testigos y de las víctimas eran los elementos<br />

centrales de un despliegue informativo fragmentado y diverso que mantenía durante varias semanas a<br />

los lectores en constante expectación, tensión y ansiedad, observando este terremoto y sublimándolo<br />

como experiencia estética. Esta observación (a distancia) de los públicos de la catástrofe estaba<br />

mediada por el relato de los testigos y su retórica, por los ritmos de los canales de comunicación, por<br />

las estrategias de búsqueda de nuevos públicos y estilos periodísticos; pero también por los límites de la<br />

propia imaginación y los miedos colectivos como se verá en los apartados siguientes.<br />

Informando la catástrofe. Prensa y terremoto en la primera década del siglo XX.<br />

La prensa del siglo XIX estuvo marcada por diversos cambios que fueron poco a poco modificando no<br />

sólo su distribución, sino también su estilo, su escritura, sus públicos objetivos y la diversidad en la<br />

cobertura de los temas. Una primera diferencia, por ejemplo, fue el aumento en el volumen de la<br />

información y su periodicidad. De 4 páginas máximo impresas cada dos o tres días, en la primera<br />

década del siglo XX, los periódicos pasaron a imprimir unas 10 a 12 páginas diarias. Otra diferencia<br />

radicó en la rapidez de las comunicaciones. En el último tercio del siglo XIX, el telégrafo se constituyó<br />

como el medio propicio para la agilización y globalización de intercambio de informaciones, cada vez<br />

más rápidas y accesibles a distintos puntos geográficos, dejando poco a poco de depender de esas<br />

noticias que viajaban de puerto en puerto. Se produjeron mejoras en las comunicaciones, mejoras en la<br />

distribución, aumento en las ventas y en la cantidad de lectores, además de profesionales<br />

exclusivamente dedicados al rubro, produjeron un aumento significativo de páginas y la posibilidad de<br />

contar con ediciones diarias matutinas y vespertinas. Este aumento de páginas y la enorme cantidad de<br />

información sin duda hace que en la prensa del terremoto de 1906 destaque frente a sus similares de<br />

siglo XIX. Si bien, en general la escenificación de la catástrofe de la prensa de 1906, fue muy similar a<br />

lo visto en apartados previos sobre la espectacularización de la catástrofe en la prensa decimonónica, en<br />

cuanto a la construcción de lo sublime mediante el recurso de lo trágico y la resistencia moral. La<br />

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