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LA ADAPTACIÓN FAMILIAR EN ADOPCIÓN INTERNACIONAL
Gradualmente, distintos estudios han puesto en cuestión estos resultados afirmando
que la edad, en sí misma, no era el factor crucial para el éxito de la adopción.
Algunos estudios han mostrado que muchos niños bastante mayores en el
momento de la adopción han tenido resultados tan exitosos como niños adoptados
en su primera infancia (Andresen, 1992; Berástegui, 2003b; Botvar, 1995; Dalen y
Saetersdal, 1992). Priel, Melamed-Hass, Besser y Cantor (2000) no encuentran diferencias
entre los niños adoptados siendo bebés (0-2 meses) y siendo más mayores
(2-3 años) cuando son evaluados entre los 8 y los 12 años.
Otros estudios destacan que la clave de la adaptación se encontraba en la acumulación
de experiencias adversas o la duración y cronicidad de estas experiencias
(Palacios y Sánchez, 1996b), variables que quedarían enmascaradas tras la edad
de la adopción y que son más difícilmente operativizables e investigables que esta.
Por ejemplo, un grupo de estudios destaca que la mayoría de las correlaciones
entre la edad y el desarrollo posterior de problemas podía explicarse por otras
variables como el género, el país de origen y el estado de salud del menor en el
momento de la adopción (Andresen, 1992; Dalen y Saetersdal, 1992; Verhulst y cols.,
1990). Verhulst, Althus y Versluis-den Bieman, (1992) aportan que la edad de la
adopción deja de ser un predictor significativo de los problemas de los adoptados
internacionales una vez que se controlan los efectos de variables como el abuso, la
negligencia o la inestabilidad en el cuidado previo del menor.
La edad de la adopción no sólo enmascara variables relevantes de la historia
previa del menor sino que también puede determinar las dinámicas específicas de
transición a la parentalidad adoptiva y las tareas diferenciales a las que tendrá que
enfrentarse la familia para integrar e integrarse con el menor. Convertirse en padre
de un bebé comportará unos retos y unas expectativas diferenciales que convertirse
en padre de un preescolar o de un adolescente y puede que sean la dificultad
de estas tareas y la adecuación de las expectativas a dichas tareas las que queden
enmascaradas tras la edad de la adopción.
Por último, Grotevant y cols. (1988) nos advierten de que la edad de la adopción
puede ser un importante factor a la hora de determinar el peso de otras variables
en la adaptación. Por ejemplo, las dificultades de vinculación en niños menores
de 6 meses en el momento de la adopción tendrán que ser explicadas por medio
de variables genéticas y temperamentales o de variables dependientes de la capacidad
de vinculación de los padres adoptivos mientras que en niños adoptados
siendo mayores será importante atender primordialmente al efecto de las experiencias
preadoptivas adversas en la capacidad de vinculación del menor.
A pesar de estas críticas, la edad sigue siendo un factor imposible de ignorar
por el grado en el que determina el tipo de problemas que pueden surgir, pero ni
la temprana edad de adopción asegura el óptimo funcionamiento del menor ni la
edad avanzada asegura el fracaso aunque, efectivamente, cuanto más tiempo haya
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