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LA ADAPTACIÓN FAMILIAR EN ADOPCIÓN INTERNACIONAL
cultades entre hermanos. Las mayores dificultades entre hermanos se justifican por
el hecho de que las familias que tienen mayor capacidad económica tienen mayores
facilidades a plantearse la adopción cuando ya tienen hijos o bien, en los mismos
procesos de adopción, optan por la adopción de grupos de hermanos. Sin
embargo el aumento de estrés por transición a la parentalidad y de trabajo en casa
son más difícilmente comprensibles en familias que tienen más facilidades para
encontrar apoyos domésticos. Puede que este patrón de resultados se deba al
aumento en la restricción de rol en las familias que tenían la posibilidad económica
de realizar más actividades relacionadas con el ocio o por las especiales dificultades
de conciliación de la vida familiar y laboral en las familias en las que
ambos progenitores trabajan fuera de casa.
Por el contrario cuanto menores fueron los ingresos mayores fueron las dificultades
en el proceso, lo que debe hacernos revisar esta cuestión en profundidad.
O bien existen más dificultades reales para las familias que ponen menos dinero
en sus procesos de adopción lo que supondría una señal de alarma frente a la legalidad
y limpieza de los procesos de adopción internacional, o bien las dificultades
que surgen en todos los casos, son vividas con mayor ansiedad en las familias de
menores recursos, por las implicaciones económicas que estas pudieran tener y el
mayor esfuerzo económico que supone afrontar el proceso. Al haber encontrado un
menor nivel de ingresos entre las familias monoparentales es lógico que también
se muestre una relación entre un menor nivel de ingresos y un mayor estrés asociado
a la monoparentalidad.
En cuanto al tipo de familia que adopta, los resultados de los estudios sobre
la ruptura indican, mayoritariamente, que no existen diferencias en la estabilidad
de la adopción entre las familias biparentales y las monoparentales (Barth y cols.,
1988; Berástegui, 2003b, Barth y cols., 1988, 1990) aunque Berástegui (2003b) encuentra
que las monoparentales se encuentran en una posición intermedia en los niveles
de adaptación entre las biparentales con hijos y las que no tenían hijos. En el
estudio que nos ocupa las familias biparentales sin hijos (que constituyen un 56,6%
de nuestra muestra) vivieron mayor estrés por transición a la parentalidad, mayor
aumento de trabajo en el hogar y mayor estrés asociado a la infertilidad que las
familias monoparentales (18,8% de las familias) y éstas, a su vez, mostraron mayores
dificultades asociadas a la infertilidad que las biparentales con hijos. Las familias
biparentales con hijos (24,7%) mostraron mayor estrés asociado a la estigmatización
y a las dificultades entre hermanos que el resto de las familias. Por su parte,
las familias monoparentales vivieron más estrés por monoparentalidad y mayor
desequilibrio en la aceptación de los miembros de la pareja que el resto de las familias.
Por otro lado, las familias monoparentales buscaron más apoyo social como
estrategia de afrontamiento que el resto de las familias y las biparentales sin hijos
monitorizaron más a sus menores que las biparentales con hijos. Podemos observar,
en este sentido, que la configuración de parte de los retos que supone la adop-
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