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LA ADAPTACIÓN FAMILIAR EN ADOPCIÓN INTERNACIONAL
infertilidad en sí puede no estar jugando ningún rol en la adaptación de los niños
adoptados (Downs, 1995; McDonald y cols., 1991) o, por el contrario, puede jugar
un papel preventivo (Berástegui, 2003b; Feigelman y Silverman, 1983).
En esta línea, Hoksbergen y cols. (1991a) distingue entre las adopciones orientadas
internamente (basadas en la incapacidad de tener e hijos y en un deseo fuertemente
expresado de paternidad) y las orientadas externamente (llevadas a cabo
en función de ideales abstractos religiosos, políticos o filantrópicos) y considera que
estas últimas corren un mayor riesgo de inadaptación. Hoksbergen y cols. (1988)
atribuyen el mayor índice de rupturas de las adopciones orientadas externamente
(o solidarias) a que, por su propia motivación de ayuda, estas familias tienden a
aceptar la asignación de niños más difíciles lo que determina sus posibilidades de
adaptación.
Berástegui (2003b) destaca, sin embargo, que en su muestra, la motivación solidaria
aparece mayoritariamente de manera secundaria a otras motivaciones como
los problemas biológicos, el deseo de ser madre soltera o el deseo de llenar un
hueco y dar sentido a la vida. A partir de esta clasificación, tan sólo encontró diferencias
significativas en la tasa de truncamiento y riesgo entre las familias motivadas
hacia la adopción como vía para ser madres solteras y las que no manifestaron
este motivo teniendo las primeras un mayor porcentaje de rupturas, aunque
pone especial hincapié en la importancia de estudiar las adopciones encaminadas
a dar sentido a la vida del adoptante que, cualitativamente, tuvieron un importante
papel en la explicación del riesgo.
En un aspecto más cuantitativo parece que la fuerza motivacional (Festinger,
1986) y la cohesión del proyecto adoptivo en el seno de la pareja que hemos comentado
con anterioridad (McDonald y cols., 1991, Partridge y cols., 1986) son variables
de buen pronóstico de la adopción.
En relación con las expectativas de los padres, parece que su ruptura en interacción
con las características de los niños es uno de los predictores más poderosos
de la adaptación adoptiva, especialmente cuando los niños tienen necesidades especiales
(Berry y Barth, 1989; Boneh, 1979; Festinger, 1986; Partridge y cols., 1986;
Reilly y Platz, 2003; Rosenthal, 1993; Schmidt y cols., 1988). La investigación apunta
a que unas expectativas muy difusas (Festinger, 1986; Partridge y cols., 1986) o
excesivamente específicas (Festinger, 1986) y poco flexibles (Boneh, 1979), se relacionan
con un mayor riesgo de inadaptación en la adopción.
Así mismo, las expectativas de la familia sobre sus hijos pueden ser poco realistas
(Cohen, Coyne y Duvall, 1993) y truncar las posibilidades de adaptación. En
un estudio con muestra española de adopción nacional, aunque no directamente
relacionado con la ruptura de la adopción (Fuentes y cols., 2000), encontramos que
las expectativas de los padres que más frecuentemente se frustran con la conducta
posterior del niño giran en torno a la rapidez de la adaptación del niño a la
familia (33,3%), el mejor rendimiento académico del niño (33,3%), que el niño expre-
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