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LA ADAPTACIÓN FAMILIAR EN ADOPCIÓN INTERNACIONAL
Algunos autores consideran que los procesos atribucionales pueden generar en
los padres adoptivos una percepción más negativa e insegura de su propia paternidad
lo que influiría en la dinámica de las relaciones padres-hijos y, consecuentemente
en la adaptación. Hartman y Laird (1990) argumentan que los padres adoptantes
suelen sentirse menos capaces, más culpables y más necesitados de ser unos
“padres perfectos” que el resto de los padres. Por su parte, Priel y cols. (2000)
encuentran que las madres adoptivas tienen una percepción más negativa de su
propia maternidad sintiendo que comprenden menos las necesidades del niño y
centrándose más en la satisfacción de sus propias necesidades, lo que correlaciona
significativamente con los problemas de conducta del menor y especialmente con
los problemas externalizantes.
Las dos variables que se han estudiado más en profundidad con respecto a la
dinámica de las relaciones padres-hijos, aunque definidas y operativizadas de diversos
modos, han sido la cohesión (en qué medida la familia permanece unida y cercana
frente a las crisis y demandas del entorno o de sus miembros) y la adaptabilidad
(en qué medida la familia es suficientemente flexible como para asumir los
cambios exigidos por estas demandas).
Distintos autores han encontrado que, por lo general, las familias adoptivas se
muestran tan unidas y cohesionadas o más que las familias normativas (Hoksbergen
y cols. 1991a; McGuinnes y Pallansch, 2000; Palacios y Sánchez, 1996b; Rosenthal
y Groze, 1992) al menos hasta llegar a la adolescencia (Rosenthal y cols. 1994).
Incluso se ha encontrado que en adopción internacional, las familias muestran
mayor cohesión, mayor ajuste y satisfacción marital y mayor comunicación de pareja
que en adopción nacional (Levy-Shiff y cols., 1997). Por otro lado, también parece
que un nivel bajo de cohesión familiar y una menor implicación del padre en
las relaciones familiares estaban relacionadas con una mayor inestabilidad de la
adopción y un peor ajuste de los menores (McGuinnes y Pallansch, 2000; Rosenthal,
1993). Por ejemplo, la cohesión y la expresividad familiares predijeron positivamente
la adaptación de los menores adoptados en Rusia entendida en términos
de competencia en casa y en el colegio de manera que, los factores de riesgo del
menor (tiempo de institucionalización, peso al nacer, presencia de síndrome alcohólico
fetal y experiencia de abuso y negligencia) son moderadamente efectivos
para predecir la compentencia (R=0,243) mientras que si se incluyen las variables
de interacción familiar el poder del modelo aumenta significativamente (R=0,310).
Específicamente, la aceptación y satisfacción con la parentalidad adoptiva unida
a una actitud cálida y acogedora hacia el hijo era predictiva de ajuste. Por el contrario,
el rechazo del niño y la insatisfacción con la parentalidad adoptiva, estaban
relacionados con peor ajuste por parte del niño (Kadushin, 1980) resultados que
han sido replicados longitudinalmente (Hoopes, 1982).
Paralelamente se ha encontrado una mayor adaptabilidad en las familias adoptivas
que en las normativas (Rosenthal y Groze, 1992, 1994) aunque los adoptados
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