La adaptación familiar en adopción internacional: - Share ...

a que unas altas expectativas promueven la puesta en marcha de recursos
más adaptativos y estos aumentan el grado de adaptación familiar.
— H.3: El estrés familiar dificulta la adaptación psico-social del menor tras el
periodo inicial de adaptación familiar.
— • H.3.1. La relación entre el estrés familiar y la adaptación psico-social del
menor está, en parte, mediada por los estilos educativos, de manera que
un mayor estrés promueven la puesta en marcha de estilos educativos
menos funcionales que disminuyen la adaptación psico-social del menor.
— • H.3.2. La relación entre estrés familiar y estilos educativos está, en parte,
mediada por las expectativas de adaptación, de manera que un mayor
estrés incide en unas menores expectativas de adaptación y estas en la
puesta en marcha de estilos educativos más disfuncionales.
— H.4: La adaptación familiar influye en la adaptación psico-social del menor
de manera que a mayor percepción de adaptación por parte de la familia,
mayor será también la adaptación psico-social del menor.
5.3. SUJETOS
La población objeto de estudio está constituida por todos los niños adoptados
internacionalmente en la Comunidad de Madrid entre 1999 y 2001 que cumplen
los siguientes criterios:
1. Adoptados con tres o más años de edad
LA ADAPTACIÓN FAMILIAR EN ADOPCIÓN INTERNACIONAL
Aunque no hay acuerdo en cuanto a la línea divisoria que separa a la infancia de
la niñez en los estudios sobre adopción (Haugaard, 1998) se optó por probar el modelo
en aquellos adoptados con 3 ó más años de edad lo que, por un lado, supone un
corte evolutivo importante (entrada en la etapa preescolar) y, por otro lado, hace coincidir
las edades de los menores con los baremos del Child Behavior Checklist (Achembach,
2000; Unitat d´Epidemiología i de Diagnostic en Psicopatología del Desenvolupament,
2000).
2. Con una estancia mínima junto a la familia de un año
Para evitar el efecto del periodo crítico y estudiar así la adaptación post-crítica
(en la que la familia ya haya comenzado a poner en marcha sus recursos de
afrontamiento) se estudiaron aquellas familias que han convivido al menos un año
con su hijo adoptado (Amorós, 1987; McGuinness y Pallansch, 2000). Para ello, elegimos
como muestra las adopciones que se dieron entre 1999 y 2001 que, en enero
de 2003 —fecha en la que comenzó la recogida de datos— ya habían cumplido al
menos 1 año de convivencia adoptiva y un máximo de 4 años con su familia.
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