Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
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<strong>La</strong>s sentidas razones de queja de Cipriano Algor contra la inmisericorde<br />
política comercial del Centro, extensamente presentadas en este relato<br />
desde un punto de vista de confesada simpatía de clase que, sin<br />
embargo, así lo creemos, en ningún momento se aparta de la más<br />
rigurosa imparcialidad de juicio, no podrán hacer olvidar, aunque<br />
arriesgando un atizar inoportuno en la adormecida hoguera de las<br />
conflictivas relaciones históricas entre el capital y el trabajo, no podrán<br />
hacer olvidar, decíamos, que el dicho Cipriano Algor carga con algunas<br />
culpas propias en todo esto, la primera de ellas, ingenua, inocente,<br />
pero, como a la inocencia y la ingenuidad tantas veces les ha sucedido,<br />
raíz maligna de las otras, ha sido pensar que ciertos gustos y<br />
necesidades de los contemporáneos del abuelo fundador, en materia<br />
de productos cerámicos, se iban a mantener inalterables per omnia<br />
saecula saeculorum o, por lo menos, durante toda su vida, lo que<br />
viene a ser lo mismo, si reparamos bien. Ya se ha visto cómo el barro<br />
se amasa aquí de la más artesanal de las maneras, ya se ha visto<br />
cómo son de rústicos y casi primitivos estos tornos, ya se ha visto<br />
cómo el horno de fuera conserva trazos de inadmisible antigüedad en<br />
una época moderna, la cual, pese a los escandalosos defectos e<br />
intolerancias que la caracterizan, ha tenido la benevolencia de admitir<br />
hasta ahora la existencia de una alfarería como ésta cuando existe un<br />
Centro como aquél. Cipriano Algor se queja, se queja, pero no parece<br />
comprender que los barros amasados ya no se almacenan así, que a<br />
las industrias cerámicas básicas de hoy poco les falta para convertirse<br />
en laboratorios con empleados de bata blanca tomando notas y robots<br />
inmaculados acometiendo el trabajo. Aquí hacen clamorosa falta, por<br />
ejemplo, higrómetros que midan la humedad ambiente y dispositivos<br />
electrónicos competentes que la mantengan constante, corrigiéndola<br />
cada vez que se exceda o mengüe, no se puede trabajar más a ojo ni a<br />
palmo, al tacto o al olfato, según los atrasados procedimientos<br />
tecnológicos de Cipriano Algor, que acaba de comunicarle a la hija con<br />
el aire más natural del mundo, <strong>La</strong> pasta está bien, húmeda y plástica,<br />
en su punto, fácil de trabajar, pero ahora preguntamos nosotros, cómo<br />
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