Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
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otundamente aprobadora del padre. Y de súbito, sin que se llegase a<br />
entender por qué, teniendo en cuenta que en la memoria de los<br />
alfareros nunca había sucedido tal cosa, una llamarada delgada, rápida<br />
y sinuosa como la lengua de una cobra irrumpió bufando desde la boca<br />
del horno, y fue a morder cruelmente la mano del muchacho, próxima,<br />
inocente, desprevenida. Ahí nació la sorda antipatía que la familia<br />
Gacho pasó a profesar a los Algores, no sólo imperdonablemente<br />
descuidados e irresponsables, sino, según el inflexible juicio de los<br />
Gachos, también descaradamente abusivos por haberse aprovechado<br />
de los sentimientos de un muchacho ingenuo para hacerlo trabajar de<br />
balde. No es sólo en aldeas apartadas de la civilización donde los<br />
apéndices cerebrales humanos son capaces de generar ideas así. Marta<br />
curó muchas veces la mano de Marcial, muchas veces la consoló y<br />
refrescó con su soplo, y tanto perseveró la voluntad de ambos que<br />
pasados unos años pudieron casarse, aunque no se unieron las<br />
familias. Ahora el amor de éstos parece estar adormecido, qué le<br />
vamos a hacer, debe de ser efecto natural del tiempo y de las<br />
ansiedades del vivir, mas si la sabiduría antigua todavía sirve para<br />
alguna cosa, si todavía puede ser de alguna utilidad en las ignorancias<br />
modernas, recordemos con ella, discretamente, para que no se rían de<br />
nosotros, que mientras haya vida, habrá esperanza. Sí, es cierto, por<br />
más espesas y negras que estén las nubes sobre nuestras cabezas, el<br />
cielo allá arriba estará permanentemente azul, pero la lluvia, el granizo<br />
y los rayos les caen siempre a los de abajo, verdaderamente no sabe<br />
una persona qué ha de pensar cuando tiene que hacerse entender con<br />
ciencias de éstas. <strong>La</strong> mano de Marcial ya se ha retirado, entre los<br />
hombres la costumbre es así, las demostraciones de afecto, para ser<br />
viriles, tienen que ser rápidas, instantáneas, hay quien afirma que esto<br />
se debe al pudor masculino, tal vez lo sea, pero reconózcase que<br />
mucho más de hombre, en la acepción completa de la palabra, habría<br />
sido, y por supuesto no menos viril, que Cipriano Algor detuviera la<br />
furgo<strong>net</strong>a para abrazar allí mismo al yerno y agradecerle el gesto con<br />
las únicas palabras merecidas, Gracias por haber puesto tu mano<br />
sobre la mía, esto era lo que debería haber dicho, y no estar<br />
aprovechándose ahora de la seriedad del momento para quejarse del<br />
ultimátum que le ha sido impuesto por el jefe del departamento de<br />
compras, Imagínate, darme quince días para retirar la loza, Quince<br />
días, Es verdad, quince días, y sin tener quien me ayude, Siento no<br />
poderle echar una mano, Claro que no puedes, ni tienes tiempo ni<br />
sería conveniente para tu carrera que se te vea de mozo de carga,<br />
pero lo peor es que no sé cómo me voy a librar de unos cacharros que<br />
ya nadie quiere, Todavía podrá vender algunas piezas, Para eso basta<br />
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