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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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inepcia mal enmendada, de cualquiera de las innumerables señales<br />

que fácilmente denunciarían la agonía mental en que había vivido en el<br />

interior de aquellas cuatro paredes. Aunque Marcial estuviese<br />

demasiado ocupado con Marta para prestar atención a barros, silicatos<br />

de sodio, yesos, cajas y moldes, el alfarero decidió no trabajar hoy<br />

después de la cena, hacerles compañía en la sobremesa, lo que acabó<br />

por abrirle campo para discurrir con bastante exactitud teórica sobre<br />

una materia de la que, mejor que nadie, sabía hasta qué punto y con<br />

qué desastrosas consecuencias le había fallado la práctica. Marcial<br />

avisó a Marta de que al día siguiente almorzarían con los padres, pero<br />

ni de pasada tocó el penoso diálogo mantenido con la madre, de<br />

manera que hizo pensar al suegro que se trataba de un asunto que<br />

pasaba al foro privado, un problema para analizar en la intimidad del<br />

dormitorio, no para reiterar y pormenorizar en una conversación a<br />

tres, salvo si, con la más admirable de las prudencias, Marcial<br />

pretendía simplemente evitar que se cayese una y otra vez en el<br />

debate sobre la espinosa cuestión de la mudanza al Centro, ahondo<br />

hemos visto cómo comienza, ahondo hemos visto cómo suele<br />

terminar.<br />

A la mañana siguiente, ya Cipriano Algor estaba entregado a su tarea,<br />

Marcial entró en la alfarería, Buenos días, dijo, se presenta el aprendiz.<br />

Marta venía con él, pero no se ofreció para trabajar, aunque estuviese<br />

segura de que el padre no la echaría esta vez. <strong>La</strong> alfarería era como un<br />

campo de batalla donde una sola persona hubiese andado durante<br />

cuatro días peleándose contra sí misma y contra todo lo que la<br />

rodeaba, Esto está un poco desordenado, se disculpó Cipriano Algor,<br />

nada es como antes, cuando hacíamos cacharrería teníamos una<br />

norma, una rutina establecida, Es sólo cuestión de tiempo, dijo Marta,<br />

con el tiempo las manos y las cosas acaban habituándose unas a otras,<br />

a partir de ese día ni las cosas aturrullan ni las manos se dejan<br />

aturrullar, Por la noche me siento tan cansado que se me caen los<br />

brazos sólo de pensar que debería ordenar este caos, Con todo gusto<br />

me encargaría yo de la tarea si no se me hubiese prohibido la entrada<br />

aquí, dijo Marta, No te la he prohibido, Con esas precisas y exactas<br />

palabras, no, Es que no quiero que te canses, cuando sea el momento<br />

de comenzar a pintar será diferente, trabajarás sentada, no tendrás<br />

que hacer esfuerzos, Vamos a ver si a esa altura no se le ocurre<br />

decirme que el olor de las pinturas perjudica al niño, Está visto que<br />

con esta mujer no es posible conversar, dice Cipriano Algor a Marcial<br />

como quien se ha resignado a pedir ayuda, <strong>La</strong> conoce hace más tiempo<br />

que yo, tenga paciencia, pero que esto necesita una limpieza en serio<br />

y una organización capaz, no hay duda, Puedo tener una idea,<br />

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