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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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Cipriano Algor le pidió un abrazo al yerno, ahora es Marta quien pide<br />

un beso al padre, algo está sucediendo en esta familia, sólo falta que<br />

comiencen a aparecer en el cielo cometas, auroras boreales y brujas<br />

galopando en escobas, que Encontrado aúlle toda la noche a la luna,<br />

incluso no habiendo luna, que de un momento a otro el moral se<br />

vuelva estéril. Salvo que todo esto no sea más que un efecto de<br />

sensibilidades excesivamente impresionables, la de Marta porque está<br />

embarazada, la de Marcial porque está embarazada Marta, la de<br />

Cipriano Algor por todas las razones que conocemos y algunas que<br />

sólo él sabe. En fin, el padre besó a la hija, la hija besó al padre, a<br />

Encontrado le concedieron un poco de las atenciones que pedía, no se<br />

podrá quejar. Como se suele decir, aquí no ha pasado nada. Entró<br />

Cipriano Algor en la alfarería para comenzar el modelado de los<br />

trescientos muñecos de la segunda entrega, y Marta, bajo la sombra<br />

del moral, ante la mirada concienzuda de Encontrado, que ha<br />

regresado a sus responsabilidades de guardián, se prepara para<br />

acometer la pintura de los esquimales. No podía, se había olvidado de<br />

que primero era necesario lijar los muñecos, desbastarles la rebaba,<br />

las irregularidades de superficie, los defectos de acabado, después<br />

limpiarlos de polvo, y, como una desgracia nunca viene sola y un<br />

olvido en general recuerda otro, tampoco los podría pintar como<br />

pensaba, pasando de un color a otro, sucesivamente, sin interrupción,<br />

hasta la última pincelada. Se le vino a la cabeza la página del manual,<br />

ésa donde se explica con claridad que sólo cuando un color estuviere<br />

bien seco se podría aplicar el siguiente, Ahora, sí, me vendría bien una<br />

cadena de montaje en serio, dijo, los muñecos pasando ante mí de uno<br />

en uno para recibir el azul, otra vez para el amarillo, luego para el<br />

violeta, luego para el negro, y el rojo, y el verde, y el blanco, y la<br />

bendición final, esa que trae dentro todos los colores del arco iris, Que<br />

Dios te ponga la virtud, que yo, por mi parte, ya hice lo que pude, y no<br />

será tanto la virtud adicional de Dios, sujeto como cualquier común<br />

mortal a olvidos e imprevistos, la que contribuya a la coronación de los<br />

esfuerzos, sino la conciencia humilde de que si no conseguimos hacerlo<br />

mejor es simplemente porque de tal no somos capaces. Argumentar<br />

con lo que tiene que ser es siempre una pérdida de tiempo, para lo<br />

que tiene que ser los argumentos no pasan de conjuntos más o menos<br />

casuales de palabras que esperan recibir de la ordenación sintáctica un<br />

sentido que ellas mismas no están seguras de poseer. Marta dejó a<br />

Encontrado mirando por los muñecos y, sin más debates con lo<br />

inevitable, fue a la cocina a buscar la única hoja de lija fina que sabía<br />

que había en casa, Esto se gasta en un instante, pensó, tendré que<br />

comprar unas cuantas más. Si hubiese atisbado por la puerta de la<br />

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