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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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cuenta la aproximación de la hora del almuerzo, significaba otra<br />

imperiosa necesidad del cuerpo. Cipriano Algor lo acarició, torciéndole<br />

levemente una oreja, Tenemos que esperar a que Marta nos llame,<br />

muchacho, no estaría bien que el perro de la casa coma antes que sus<br />

dueños, hay que respetar la jerarquía, dijo. Después, a Marcial, como<br />

si la idea se le hubiese ocurrido en ese instante, Encenderé hoy el<br />

horno, Dijo que sólo lo encendería mañana, cuando regresase del<br />

Centro, Lo he pensado mejor, será una manera de estar ocupado<br />

mientras descansáis, o, si preferís, aprovecháis la furgo<strong>net</strong>a y dais un<br />

paseo, probablemente, después de la mudanza, no os apetecerá salir<br />

de la casa nueva tan pronto, y menos aún por estos lugares, Si<br />

vendremos aquí, o no, y cuándo, es un asunto que ya se verá, lo que<br />

quiero que me diga es si realmente cree que soy hombre para salir de<br />

paseo con Marta y dejarlo solo echando leña en el fogón, Puedo<br />

hacerlo sin ayuda, Claro que sí, pero, ya puestos, si no le importa, a<br />

mí también me gustaría ser parte activa en esta última vez que se<br />

enciende el horno, si es que va a ser la última vez, Comenzaremos<br />

después del almuerzo, si es eso lo que quieres, De acuerdo, Recuerda,<br />

por favor, ni una palabra sobre el asunto del sondeo, Quédese<br />

tranquilo. Con el perro detrás se encaminaron a la casa, y estaban a<br />

pocos metros cuando Marta apareció ante la puerta de la cocina, Venía<br />

a llamarlos, dijo, el almuerzo está listo, Primero voy a darle de comer<br />

al perro, el viaje le ha abierto el apetito, dijo el padre, Su comida está<br />

allí, apuntó Marta. Cipriano Algor tomó el cazo y dijo, Ven conmigo,<br />

Encontrado, menos mal que no eres una persona, si lo fueses ya<br />

habrías empezado a desconfiar de los cuidados y atenciones con que<br />

últimamente te estamos tratando. El cuenco de Encontrado estaba,<br />

como siempre, al lado de la caseta, y hacia ella se dirigió Cipriano<br />

Algor. Vertió el contenido del cazo dentro y se quedó un momento<br />

viendo comer al perro. En la cocina, Marcial decía, Vamos a encender<br />

el horno después del almuerzo, Hoy, se extrañó Marta, Tu padre no<br />

quiere dejar trabajo para mañana, No había prisa, teníamos tres días<br />

de descanso, El sabrá sus razones, Y, como de costumbre, sus razones<br />

sólo él las conoce. Marcial consideró preferible no responder, la boca<br />

es un órgano que será de más confianza cuanto más silencioso se<br />

mantenga. Poco después Cipriano Algor entró en la cocina. <strong>La</strong> comida<br />

ya estaba en la mesa, Marta servía. Poco después el padre dirá,<br />

Encenderemos el horno hoy, y Marta responderá, Ya lo sé, Marcial me<br />

lo ha dicho.<br />

Con estas u otras palabras se ha recordado aquí que todos los días<br />

pasados fueron vísperas y todos los días futuros lo han de ser. Volver a<br />

ser víspera, al menos por una hora, es el deseo imposible de cada ayer<br />

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