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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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vista, estamos refiriéndonos esta vez a Marcial Gacho que, en su visita<br />

a casa el día de descanso, y cumpliendo lo que normalmente se<br />

entiende como deberes elementales de solidaridad familiar, no sólo<br />

ayudó al suegro en la descarga de la loza, sino que también, sin dar<br />

ninguna muestra de extrañeza o de dudosa perplejidad, sin preguntas<br />

directas o rodeos, sin miradas irónicas o compasivas, siguió<br />

tranquilamente su ejemplo, llegando al extremo de, por iniciativa<br />

propia, ajustar un bamboleo peligroso, rectificar un alineamiento<br />

defectuoso, reducir una altura excesiva. Por tanto es natural esperar<br />

que, en caso de que Marta repita aquella peyorativa y desafortunada<br />

palabra que empleó en la conversación con el padre, su propio marido,<br />

gracias a la irrecusable autoridad de quien con sus ojos ha visto lo que<br />

había que ver, la corrija, No son escombros. Y si ella, a quien venimos<br />

conociendo como alguien que de todo necesita explicación y claridad<br />

insistiera en que sí señor, que son escombros, que es ése el nombre<br />

que desde siempre se ha dado a los detritus y materiales inútiles que<br />

se tiran en las hondonadas hasta llenarlas, excluida de esa designación<br />

las sobras humanas, que tienen otro nombre, ciertamente Marcial le<br />

dirá con su voz seria, No son escombros, yo estuve allí. Ni ridículo,<br />

añadiría, si la cuestión se presentase.<br />

Cuando entraron en casa había, cada una en su género, dos<br />

novedades de bulto. El carpintero finalmente había entregado las<br />

cajas, y Marta leyó en su libro que, en caso de relleno por vía líquida,<br />

no es prudente esperar de un molde más de cuarenta copias<br />

satisfactorias, Quiere decir, dijo Cipriano Algor, que necesitaremos<br />

treinta moldes por lo menos, cinco para cada doscientos muñecos,<br />

será mucho trabajo antes y mucho trabajo después y no tengo<br />

seguridad de que con nuestra inexperiencia los moldes nos salgan<br />

perfectos, Cuándo calcula que habrá retirado toda la loza del almacén<br />

del Centro, preguntó Marta, Creo que no llegaré a necesitar la segunda<br />

semana entera, tal vez dos o tres días sean suficientes, <strong>La</strong> segunda<br />

semana es ésta, corrigió Marcial, Sí, segunda de las cuatro, pero<br />

primera del transporte, la tercera será la segunda de fabricación,<br />

explicó Marta, Con tanta confusión de semanas que no y de semanas<br />

que sí no me extraña que tú y tu padre andéis algo desnortados, Cada<br />

uno de nosotros por nuestras propias razones, yo, por ejemplo, estoy<br />

embarazada y todavía no me he acostumbrado a la idea, Y padre,<br />

Padre hablará por sí mismo, si quiere, No sufro peor desorientación<br />

que la de tener que fabricar mil doscientas figuras de barro y no saber<br />

si lo voy a conseguir, cortó Cipriano Algor. Estaban en la alfarería,<br />

alineadas en el tablero las seis figuras parecían aquello que<br />

dramáticamente eran, seis objetos insignificantes, más grotescos unos<br />

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