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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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ha metido ahí, si ha sido por dárselas de héroe romántico a la espera<br />

de que una pared le revele los secretos de la vida, me parece<br />

simplemente ridículo, pero si su intención va más lejos, si su intención<br />

es inmolarse en el fuego, por ejemplo, sepa desde ya que el Centro se<br />

negará a asumir cualquier responsabilidad por la defunción, eso es lo<br />

que nos faltaba, que vengan a culparnos de los suicidios cometidos por<br />

personas incompetentes que van a la quiebra por no haber sido<br />

capaces de entender las reglas del mercado. Cipriano Algor no volvió la<br />

cabeza hacia la puerta, aunque tenía la certidumbre de que ya podría<br />

hacerlo, sabía que el sueño acabó, que nada le impediría levantarse<br />

del banco de piedra cuando quisiera, sólo una duda le perturbaba<br />

todavía, es cierto que absurda, es cierto que estúpida, sin embargo<br />

comprensible si tenemos en consideración el estado de perplejidad<br />

mental en que lo ha dejado el sueño de tenerse que ir a vivir al<br />

mismísimo Centro que acababa de despreciarle el trabajo, y esa duda,<br />

a ella vamos, no se nos ha olvidado, tiene que ver con el banco de<br />

piedra. Cipriano Algor se pregunta si se habría llevado un banco de<br />

piedra a la cama o si se despertará cubierto de rocío en el otro banco<br />

de piedra, el de las meditaciones, los sueños humanos son así, a veces<br />

eligen cosas reales y las transforman en visiones, otras veces al delirio<br />

lo ponen a jugar al escondite con la realidad, por eso es tan frecuente<br />

que nos sintamos perplejos, el sueño tirando de un lado, la realidad<br />

empujando de otro, en buena verdad la línea recta sólo existe en la<br />

geometría, y aun así no pasa de una abstracción. Cipriano Algor abrió<br />

los ojos. Estoy en la cama, pensó con alivio, y en ese instante se dio<br />

cuenta de que la memoria del sueño estaba huyendo, que sólo<br />

conseguiría retener unos cuantos fragmentos, y no supo si debería<br />

alegrarse con lo poco o entristecerse con lo excesivo, también muchas<br />

veces sucede esto después de haber soñado. Todavía era de noche,<br />

pero la primera mudanza del cielo, anunciadora de la madrugada, no<br />

tardaría en manifestarse. Cipriano Algor no volvió a dormirse. Pensó en<br />

muchas cosas, pensó que su trabajo se tornaba definitivamente inútil,<br />

que la existencia de su persona dejaba de tener justificación suficiente<br />

y medianamente aceptable, Soy un engorro para ellos, murmuró, en<br />

ese instante un retazo del sueño se le apareció con toda nitidez, como<br />

si hubiese sido recortado y pegado en una pared, era el jefe del<br />

departamento de compras que le decía, Si su intención es inmolarse en<br />

el fuego, querido señor, que le haga buen provecho, le aviso, no<br />

obstante, de que no forma parte de las extravagancias del Centro, si<br />

algunas tiene, mandar representantes y coronas de flores a los<br />

funerales de sus antiguos suministradores. Cipriano Algor vuelve a<br />

caer en el sueño por momentos, regístrese a propósito, y antes de que<br />

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