Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
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alfarero, y entonces se sintió muy cansado, no por haber forzado<br />
demasiado la mente, sino por comprobar que el mundo es así, que las<br />
mentiras son muchas y las verdades ninguna, o alguna, sí, deberá de<br />
andar por ahí, pero en cambio continuo, tanto que no nos da tiempo a<br />
pensar en ella en cuanto verdad posible porque tendremos que<br />
averiguar primero si no se tratará de una mentira probable. Cipriano<br />
Algor miró de reojo el reloj, si lo que pretendía saber era la hora, de<br />
nada le sirvió el gesto, porque, habiendo sido hecho inmediatamente<br />
después del debate entre la probabilidad de las mentiras y la<br />
posibilidad de las verdades, fue como si hubiese estado a la espera de<br />
encontrar su conclusión en la disposición de las manillas, un ángulo<br />
recto que significaría sí, un ángulo agudo que antepondría un prudente<br />
tal vez, un ángulo obtuso diciendo rotundamente no, un ángulo llano<br />
es mejor que no pienses más en eso. Cuando, a continuación, volvió a<br />
mirar la esfera, las manillas sólo marcaban horas, minutos y segundos,<br />
se habían convertido nuevamente en auténticas, funcionales y<br />
obedientes manillas de reloj, Voy a tiempo, dijo, y era cierto, iba a<br />
tiempo, a fin de cuentas es como vamos siempre, a tiempo, con el<br />
tiempo, en el tiempo, y nunca fuera del tiempo, por mucho que de eso<br />
nos acusen. Estaba ahora en la ciudad, circulaba por la avenida que lo<br />
conducía al destino, delante, más rápido que la furgo<strong>net</strong>a, corría el<br />
pensamiento, jefe del departamento de compras, jefe del<br />
departamento, jefe de compras, Isaura Estudiosa, la pobre, se había<br />
quedado atrás. Al fondo, en la alta pared oscura que cortaba el<br />
camino, se veía una enorme valla blanca, rectangular, donde en letras<br />
de un azul brillante e intenso se leían de un lado a otro estas palabras,<br />
VIVA SEGURO, VIVA EN EL CENTRO. Debajo, colocada en el extremo<br />
derecho se distinguía también una línea breve, sólo dos palabras, en<br />
negro, que los ojos miopes de Cipriano Algor a esa distancia no<br />
conseguían descifrar, aunque no merecen menos consideración que las<br />
del mensaje grande, podríamos, si quisiéramos, designarlas<br />
complementarias, pero nunca meramente dependientes, PIDA<br />
INFORMACIÓN, era lo que aconsejaban. <strong>La</strong> valla aparece de vez en<br />
cuando, repitiendo las mismas palabras, sólo variables en el color,<br />
algunas veces exhibiendo imágenes de familias felices, el marido de<br />
treinta y cinco, la esposa de treinta y tres, un hijo de once años, una<br />
hija de nueve, y también, aunque no siempre, un abuelo y una abuela<br />
de albos cabellos, pocas arrugas y edad indefinida, todos obligando a<br />
sonreír a las respectivas dentaduras, perfectas, blancas,<br />
resplandecientes. A Cipriano Algor le pareció un mal augurio la<br />
invitación, ya estaba oyendo al yerno anunciando, por centésima vez,<br />
que vivirían en el Centro en cuanto llegase su ascenso a guarda<br />
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