13.05.2013 Views

Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

alfarero, y entonces se sintió muy cansado, no por haber forzado<br />

demasiado la mente, sino por comprobar que el mundo es así, que las<br />

mentiras son muchas y las verdades ninguna, o alguna, sí, deberá de<br />

andar por ahí, pero en cambio continuo, tanto que no nos da tiempo a<br />

pensar en ella en cuanto verdad posible porque tendremos que<br />

averiguar primero si no se tratará de una mentira probable. Cipriano<br />

Algor miró de reojo el reloj, si lo que pretendía saber era la hora, de<br />

nada le sirvió el gesto, porque, habiendo sido hecho inmediatamente<br />

después del debate entre la probabilidad de las mentiras y la<br />

posibilidad de las verdades, fue como si hubiese estado a la espera de<br />

encontrar su conclusión en la disposición de las manillas, un ángulo<br />

recto que significaría sí, un ángulo agudo que antepondría un prudente<br />

tal vez, un ángulo obtuso diciendo rotundamente no, un ángulo llano<br />

es mejor que no pienses más en eso. Cuando, a continuación, volvió a<br />

mirar la esfera, las manillas sólo marcaban horas, minutos y segundos,<br />

se habían convertido nuevamente en auténticas, funcionales y<br />

obedientes manillas de reloj, Voy a tiempo, dijo, y era cierto, iba a<br />

tiempo, a fin de cuentas es como vamos siempre, a tiempo, con el<br />

tiempo, en el tiempo, y nunca fuera del tiempo, por mucho que de eso<br />

nos acusen. Estaba ahora en la ciudad, circulaba por la avenida que lo<br />

conducía al destino, delante, más rápido que la furgo<strong>net</strong>a, corría el<br />

pensamiento, jefe del departamento de compras, jefe del<br />

departamento, jefe de compras, Isaura Estudiosa, la pobre, se había<br />

quedado atrás. Al fondo, en la alta pared oscura que cortaba el<br />

camino, se veía una enorme valla blanca, rectangular, donde en letras<br />

de un azul brillante e intenso se leían de un lado a otro estas palabras,<br />

VIVA SEGURO, VIVA EN EL CENTRO. Debajo, colocada en el extremo<br />

derecho se distinguía también una línea breve, sólo dos palabras, en<br />

negro, que los ojos miopes de Cipriano Algor a esa distancia no<br />

conseguían descifrar, aunque no merecen menos consideración que las<br />

del mensaje grande, podríamos, si quisiéramos, designarlas<br />

complementarias, pero nunca meramente dependientes, PIDA<br />

INFORMACIÓN, era lo que aconsejaban. <strong>La</strong> valla aparece de vez en<br />

cuando, repitiendo las mismas palabras, sólo variables en el color,<br />

algunas veces exhibiendo imágenes de familias felices, el marido de<br />

treinta y cinco, la esposa de treinta y tres, un hijo de once años, una<br />

hija de nueve, y también, aunque no siempre, un abuelo y una abuela<br />

de albos cabellos, pocas arrugas y edad indefinida, todos obligando a<br />

sonreír a las respectivas dentaduras, perfectas, blancas,<br />

resplandecientes. A Cipriano Algor le pareció un mal augurio la<br />

invitación, ya estaba oyendo al yerno anunciando, por centésima vez,<br />

que vivirían en el Centro en cuanto llegase su ascenso a guarda<br />

68

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!