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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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hondo, en seguida nos daríamos cuenta de que lo que delata la<br />

muestra de exasperación del subjefe es la frustración de ver cómo se<br />

le iba de las manos el gozo sobre todos perverso de los que disfrutan<br />

con las derrotas ajenas hasta cuando no sacan ningún provecho de<br />

ellas. Con el pretexto de que pasarían horas haciendo el trabajo y de<br />

que estaban dificultando las descargas de otros abastecedores, el<br />

pésimo hombre todavía intentó impedir la carga del camión, pero<br />

Cipriano Algor lo puso, como elocuentemente se suele decir, entre la<br />

espada y la pared, preguntándole quién se responsabilizaría del gasto<br />

del alquiler del vehículo en caso de no acabar, exigió el libro de<br />

reclamaciones, y, como golpe final y desesperado, aseguró que de allí<br />

no saldría sin hablar con el jefe del departamento. Es de manuales<br />

elementales de psicología aplicada, capítulo comportamientos, que las<br />

personas de mal carácter son con mucha frecuencia cobardes, por eso<br />

no deberá sorprendernos que el temor a ser desautorizado en público<br />

por el jefe superior jerárquico haya hecho mudar de un instante a otro<br />

la actitud del subjefe. Dejó salir por la boca una insolencia para mitigar<br />

el desaire y se retiró al fondo del almacén, de donde sólo volvió a<br />

aparecer cuando el camión, finalmente cargado, abandonó el<br />

subterráneo. Ni propia ni figuradamente cantaron Cipriano Algor y<br />

Marcial Gacho victoria, estaban demasiado cansados para gastar el<br />

poco fuelle que les quedaba en gorjeos y congratulaciones, el mayor<br />

dijo solamente, Nos va a amargar la vida cuando traigamos la otra<br />

mercancía, va a examinar las figuras con lupa y a rechazarlas por<br />

docenas, y el más joven respondió que tal vez sí, pero que no era<br />

seguro, que el jefe del departamento es quien lleva el asunto, de ésta<br />

nos hemos librado, padre, la otra ya veremos, la vida tiene que ser así,<br />

cuando uno se desanima, el otro se agarra las propias tripas y de ellas<br />

hace corazón. Habían dejado la furgo<strong>net</strong>a estacionada en la esquina de<br />

una calle próxima, allí estará hasta que vuelvan de descargar la última<br />

loza en la hondonada que está cerca del río, después llevarán el<br />

camión al garaje y, exhaustos, más muertos que vivos, uno por haber<br />

perdido en los lisos pasillos del Centro la saludable costumbre del<br />

esfuerzo físico, el otro por las sobradamente conocidas desventajas de<br />

la edad, llegarán por fin a casa, cuando la tarde ya esté cayendo.<br />

Bajará a recibirlos al camino el perro Encontrado, también él dando los<br />

saltos y los latidos de su condición, y Marta estará esperando en la<br />

puerta. Ella preguntará, Ya está, quedó todo resuelto, y ellos<br />

responderán que sí, que todo quedó resuelto, y luego los tres han de<br />

pensar, o han de sentir, si hay desigualdad y contradicción entre el<br />

sentir y el pensar, que esta parte que ha acabado es la misma que<br />

está impaciente por comenzar, que los primeros, segundos y terceros<br />

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