Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
casi diaria en el Centro, ésas son sus palabras, rutina casi diaria, Y tú,<br />
qué idea has sacado, Qué idea he sacado, Sí, el tono de voz, el modo<br />
de mirar, si te pareció que quería ser simpático, Debe saber, por su<br />
propia experiencia, que dan siempre la impresión de estar pensando<br />
en otra cosa, Sí, es cierto, Y si permite que le hable con franqueza<br />
total, pienso que no volverán a comprarle cacharrería, para ellos estas<br />
cosas son simples, o el producto interesa, o el producto no interesa, el<br />
resto es indiferente, para ellos no hay término medio, Y para mí, para<br />
nosotros, también es simple, también es indiferente, tampoco hay<br />
término medio, preguntó Cipriano Algor, Hice lo que estaba a mi<br />
alcance, pero yo no paso de ser un simple guarda, No podías haber<br />
hecho mucho más, dijo el alfarero con una voz que se rompió en la<br />
última palabra. Marcial Gacho sintió pena del suegro al notar la<br />
mudanza de tono e intentó enmendar el sombrío pronóstico, De todas<br />
formas, no cerró completamente la puerta, dijo que estaban<br />
estudiando el asunto, mientras tanto debemos mantener la esperanza,<br />
Ya no tengo edad de esperanzas, Marcial, necesito certezas, y que<br />
sean de las inmediatas, que no esperen un mañana que puede no ser<br />
mío, Comprendo, padre, la vida es un sube-y-baja continuo, todo<br />
cambia, pero no se desanime, nos tiene a nosotros, a Marta y a mí,<br />
con alfarería o sin ella. Era fácil comprender adonde quería llegar<br />
Marcial con este discurso de solidaridad familiar, en su cabeza todos<br />
los problemas, sean los de ahora, sean los que surjan en el futuro,<br />
encontrarían remedio el día en que los tres se instalasen en el Centro.<br />
En otra ocasión y con otro estado de ánimo, Cipriano Algor habría<br />
respondido con aspereza, pero ahora, o porque le hubiera rozado la<br />
resignación con su ala melancólica o porque definitivamente no se<br />
hubiera perdido el perro Encontrado, o quizá, quién sabe, a causa de<br />
una breve conversación entre dos personas objetivamente separadas<br />
por un cántaro, el alfarero habló con suavidad, El jueves a la hora<br />
habitual voy a recogerte, si mientras tanto tienes alguna noticia, llama<br />
por teléfono, y, sin dar tiempo a que Marcial respondiese, remató el<br />
diálogo, Te paso a tu mujer. Marta intercambió algunas palabras, dijo,<br />
Vamos a ver cómo acaba todo esto, después se despidió hasta el<br />
jueves y colgó. Cipriano Algor ya había salido, estaba en la alfarería,<br />
sentado ante uno de los tornos con la cabeza baja. Fue allí donde una<br />
parada cardiaca fulminante cortó la vida de Justa Isasca. Marta se<br />
sentó en la banqueta del otro torno y esperó. Al cabo de un largo<br />
minuto el padre la miró, después desvió la vista. Marta dijo, No ha<br />
tardado mucho en el pueblo, Pues no, Preguntó en todas las casas si<br />
conocían al perro, si alguien era su dueño, Pregunté en unas cuantas,<br />
pero luego pensé que no merecía la pena continuar, Por qué, Esto es<br />
49