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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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transportar del trigésimo cuarto piso a la misteriosa excavación este<br />

cuerpo impaciente que tanto le cuesta gobernar. Aunque todavía<br />

tuviese ante él largas horas de espera, Cipriano Algor decidió volver a<br />

casa. Quiso darle a la hija el dinero recibido, pero ella dijo, Guárdelo<br />

para usted, no me hace falta, y después preguntó, Quiere un café,<br />

Pues sí, es una buena idea. El café fue hecho, servido en una taza,<br />

bebido, todo indica que por ahora no habrá más palabras entre ellos,<br />

parece, como Cipriano Algor ha pensado algunas veces, aunque de<br />

estos sus pensamientos no hayamos dejado registro en el momento<br />

justo, que la casa, ésta donde ahora viven, tiene el don maligno de<br />

hacer callar a las personas. Sin embargo, al cerebro de Cipriano Algor,<br />

que ya tuvo que dejar a un lado, por falta de adiestramiento suficiente,<br />

el recurso de la telequinesia, le es indispensable una cierta y<br />

determinada información sin la cual su plan para la incursión nocturna<br />

se irá, pura y simplemente, agua abajo. Por eso lanza la pregunta,<br />

mientras, como si estuviese distraído, mueve con la cuchara el resto<br />

del café que quedó en el fondo de la taza, Sabes a qué profundidad se<br />

encuentra la excavación, Por qué quiere saberlo, Simple curiosidad,<br />

nada más, Marcial no ha hablado de eso. Cipriano Algor disimuló lo<br />

mejor que pudo la contrariedad y dijo que iba a dormir una siesta.<br />

Pasó la tarde toda en su habitación, y sólo salió cuando la hija lo llamó<br />

para cenar, ya Marcial estaba sentado a la mesa. Hasta el final de la<br />

cena, tal como sucedió en el almuerzo, no se habló de la excavación,<br />

fue sólo cuando Marta sugirió al marido, Deberías dormir hasta la hora<br />

de bajar, vas a pasar la noche en claro, y él respondió, Es demasiado<br />

temprano, no tengo sueño, cuando Cipriano Algor, aprovechando la<br />

inesperada relajación, repitió su pregunta, A qué profundidad está esa<br />

excavación, Por qué quiere saberlo, Para tener una idea, por mera<br />

curiosidad. Marcial dudó antes de responder, pero le pareció que la<br />

información no debería formar parte del grupo de las estrictamente<br />

confidenciales, El acceso es por el piso cero -cinco, dijo por fin, Pensé<br />

que las excavadoras estaban trabajando mucho más profundo, En todo<br />

caso son quince o veinte metros bajo tierra, dijo Marcial, Tienes razón,<br />

es una buena profundidad. No se volvió a hablar del asunto. Marcial no<br />

dio la impresión de quedarse contrariado por la breve conversación, al<br />

contrario, se diría que hasta algo le alivió el haber podido, sin entrar<br />

en materias peligrosas y reservadas, hablar un poco de una cuestión<br />

que lo viene preocupando como fácilmente se nota. Marcial no es más<br />

medroso que el común de las personas, pero no le agrada nada la<br />

perspectiva de pasar cuatro horas metido en un agujero, en absoluto<br />

silencio, sabiendo lo que tiene detrás. No hemos sido entrenados para<br />

una situación de éstas, le dijo uno de sus colegas, ojalá los<br />

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