Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
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viviremos en ella, el horno no mantendrá su nombre de horno si no<br />
hubiere quien se lo dé todos los días, el moral persistirá en criar sus<br />
moras, pero no tendrá a nadie que venga a recogerlas, si ni a mí, que<br />
no he nacido ni me he criado bajo este techo, me va a resultar fácil<br />
separarme, qué no será para tu padre, Vendremos aquí muchas veces,<br />
Sí, a la casa de campo, como él la llamó, Existirá otra solución,<br />
preguntó Marta, desistes de ser guarda y te vienes a trabajar en la<br />
alfarería con nosotros, para hacer loza que nadie quiere, o muñecos<br />
que nadie va a querer durante mucho tiempo, Tal como están las<br />
cosas, para mí también existe sólo una solución, la de ser guarda<br />
residente del Centro, Tienes lo que querías tener, Cuando pensaba que<br />
era eso lo que quería, Y ahora, En los últimos tiempos he aprendido<br />
con tu padre algo que me faltaba conocer, quizá no te hayas dado<br />
cuenta, pero es mi deber avisarte de que el hombre con quien estás<br />
casada es mucho más viejo de lo que parece, No me das ninguna<br />
novedad, he tenido el privilegio de asistir al envejecimiento, dijo<br />
Marta, sonriendo. Pero después su rostro se tornó grave, Es verdad<br />
que se nos oprime el corazón pensando que va a ser necesario dejar<br />
todo esto, dijo. Estaban bajo el moral, sentados, juntos, en una de las<br />
tablas de secado, miraban la casa que tenían enfrente, la alfarería<br />
paredaña, si volvieran un poco la cabeza verían entre las hojas la<br />
puerta del horno abierta, la mañana es bonita, con sol, pero fresca, tal<br />
vez el tiempo vaya a cambiar. Se sentían bien, a pesar de la tristeza,<br />
se sentían casi felices, de esa melancólica manera que la felicidad, a<br />
veces, escoge para manifestarse, pero de súbito Marcial se levantó de<br />
la tabla de secado y exclamó, Se me habían olvidado mis padres,<br />
tenemos que ir a hablar con mis padres, apuesto doble contra sencillo<br />
que van a insistir en la idea de que son ellos quienes deberían vivir en<br />
el Centro y no tu padre, Estando yo presente, lo más probable es que<br />
no hablen de eso, es una cuestión de delicadeza, de buen gusto,<br />
Espero que sí, espero que tengas razón.<br />
No la tuvo. Cuando Cipriano Algor, regresando de llevar los muñecos al<br />
Centro, atravesaba el pueblo en dirección a casa, vio a la hija y al<br />
yerno que caminaban delante. El le pasaba un brazo sobre los hombros<br />
a ella y parecía consolarla. Cipriano Algor paró la furgo<strong>net</strong>a, Subid,<br />
dijo, no mandó a Encontrado al asiento trasero porque sabía que ellos<br />
querrían estar juntos. Marta intentaba enjugarse las lágrimas mientras<br />
Marcial le iba diciendo, No te aflijas, sabes cómo son, si yo hubiera<br />
adivinado que iba a pasar esto no te hubiera traído, Qué ha pasado,<br />
preguntó Cipriano Algor, Lo mismo que el otro día, que quieren vivir en<br />
el Centro, que lo merecen más que otras personas, que ya es hora de<br />
que disfruten de la vida, no les importó nada que Marta estuviera allí,<br />
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