Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
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de la primera entrega de seiscientos, un perro ve estas cosas y le<br />
provocan una confusión enorme, las percibe pero no consigue<br />
comprenderlas, tanto trabajo, tanto esfuerzo, tanto sudor, y ahora no<br />
me estoy refiriendo a la cantidad de dinero que se acabe ganando en<br />
el negocio, será poco, será así así, mucho no será ciertamente, es<br />
sobre todo por lo que Marta ha dicho hace un poco si no será todo esto<br />
patéticamente inútil. Como ya se había visto antes, y ahora, gracias al<br />
extenso y profundo diálogo mantenido entre Marta y Marcial, tuvimos<br />
ocasión de confirmar, el banco de piedra justifica ampliamente el grave<br />
y ponderoso nombre que le pusimos, el banco de las meditaciones,<br />
pero he aquí que la necesidad obliga, es tiempo de volver las<br />
atenciones al horno, meter más leña por la bocaza del fogón, con<br />
cuidado, Marcial, no te olvides de que la fatiga entorpece los reflejos<br />
de defensa, aumenta el tiempo que necesitan para actuar, no sea que<br />
te salte otra vez desde dentro, como sucedió en aquel maldito día, la<br />
víbora de fuego sibilante que te marcó la mano izquierda para siempre.<br />
Fue también esto, más o menos, lo que Marta dijo, Voy a lavar los<br />
platos y a acostarme, ten tú cuidado, Marcial.<br />
Al día siguiente, por la mañana muy temprano, como siempre, Cipriano<br />
Algor llevó a Marcial al Centro en la furgo<strong>net</strong>a. Le había dicho al salir<br />
de casa, No sé cómo agradecerte la ayuda que me has dado, y Marcial<br />
le respondió, Hice lo que pude, ojalá todo siga bien, Estoy convencido<br />
de que las próximas figuras darán menos quehaceres, he encontrado<br />
unos cuantos trucos para simplificar el trabajo, es la ventaja que tiene<br />
acumular experiencia, creo que los trescientos de la nueva hornada<br />
podrán estar en las tablas de secado en una semana, Si de aquí a diez<br />
días, en mi próximo permiso, ya están en condiciones de meterlos en<br />
el horno, cuente conmigo, Gracias, quieres que te diga una cosa, tú y<br />
yo, si no fuese por esta maldita crisis del barro, podríamos formar una<br />
buena pareja, dejabas de ser guarda del Centro y te dedicabas a la<br />
alfarería, Podría ser, pero es tarde para pensar en eso, además, si lo<br />
hubiéramos hecho, estaríamos ahora los dos sin trabajo, Yo todavía<br />
tengo trabajo, Es verdad. Más adelante, ya en la carretera de la<br />
ciudad, y después de un largo silencio, Cipriano Algor dijo, tengo una<br />
idea, quiero saber qué piensas de ella, Dígame, Llevar al Centro, en<br />
cuanto se seque la pintura, estos primeros trescientos muñecos, así el<br />
Centro vería que estamos trabajando en serio y comenzaría a vender<br />
antes de la fecha prevista, sería bueno para ellos y mejor para<br />
nosotros, excusaríamos pasar tanto tiempo esperando resultados, y, si<br />
todo sale como se espera, podríamos preparar con más tranquilidad la<br />
producción futura, sin precipitaciones, como ha sido esta vez, qué tal<br />
te parece la idea, Creo que sí, creo que es una idea buena, dijo<br />
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