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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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llamar a alguien para que se encargara del trabajo de casa, de manera<br />

que me dejara libre a mí para la alfarería, No tenemos dinero para<br />

pagar una asistenta, o una empleada doméstica, o mujer por horas, o<br />

comoquiera que se llame, cortó bruscamente Cipriano Algor, Una<br />

persona que esté necesitando una ocupación y que no le importe ganar<br />

poco durante un tiempo, insistió Marta. Impaciente, el padre se<br />

sacudió la manta de los hombros como si estuviera sofocándose, Si lo<br />

que estás pensando es lo que me imagino, creo que es mejor que la<br />

conversación acabe aquí, Falta saber si usted se lo imaginó porque yo<br />

lo pensé, dijo Marta, o si ya lo había pensado antes de que yo me lo<br />

imaginara, No juegues con las palabras, por favor, tú tienes esa<br />

habilidad, pero yo no, no la heredaste de mí, Alguna cosa tendrá que<br />

ser de nuestra propia cosecha, en todo caso, eso a lo que llama jugar<br />

con las palabras es simplemente un modo de hacerlas más visibles,<br />

Pues ésas puedes volver a taparlas, no me interesan. Marta repuso la<br />

manta en su lugar, embozó los hombros del padre, Ya están tapadas,<br />

dijo, si un día alguien las pone otra vez a la vista, le garantizo que no<br />

seré yo. Cipriano Algor se deshizo de la manta, No tengo frío, dijo, y<br />

fue a echar más leña a la hoguera. Marta se sintió conmovida al<br />

reparar en la meticulosidad con que él colocaba los troncos nuevos<br />

sobre las teas que ardían, aplicado y escrupuloso como quien se ha<br />

obligado, para expulsar incómodos pensamientos, a concentrar todo su<br />

poder de atención en un pormenor sin importancia. No debería haber<br />

vuelto al asunto, se dijo a sí misma, mucho menos ahora, cuando ya<br />

ha dicho que se vendrá con nosotros al Centro, además, suponiendo<br />

que ellos se entiendan hasta el punto de querer vivir juntos,<br />

cargaríamos con un problema de difícil o incluso de imposible solución,<br />

una cosa es irse al Centro con la hija y el yerno, otra que llevara a la<br />

propia mujer, en vez de una familia serían dos, estoy convencida de<br />

que no nos aceptarían, Marcial ya me ha dicho que los apartamentos<br />

son pequeños, luego tendrían que quedarse aquí, y de qué vivirían,<br />

dos personas que apenas se conocen, cuánto tiempo iba a durar el<br />

entendimiento, más que jugar con las palabras, lo que hago es jugar<br />

con los sentimientos de los otros, con los sentimientos de mi propio<br />

padre, qué derecho tengo yo, qué derecho tienes tú, Marta, prueba a<br />

ponerte en su lugar, no puedes, claro, pues si no puedes cállate, se<br />

dice que cada persona es una isla, y no es cierto, cada persona es un<br />

silencio, eso, un silenció, cada una con su silencio, cada una con el<br />

silencio que es. Cipriano Algor regresó al banco de piedra, él mismo se<br />

colocó la manta sobre los hombros a pesar de traer todavía en la ropa<br />

el calor de la hoguera, Marta se le acercó, Padre, padre, dijo, Qué<br />

quieres, Nada, no me haga caso. Pasaba de la una cuando la cueva se<br />

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