Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
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actos, da lo mismo que sean los de las funciones o los de las vidas, son<br />
siempre una sola pieza. Es verdad que algunos atrezos han sido<br />
retirados del escenario, pero el barro del que van a ser hechos los<br />
nuevos aderezos es el mismo de ayer, y los actores, mañana, cuando<br />
despierten del sueño de los bastidores, posarán el pie derecho delante<br />
de donde habían dejado la marca del pie izquierdo, después asentarán<br />
el izquierdo delante del derecho, y, hagan lo que hagan, no se saldrán<br />
del camino. A pesar del cansancio de él, Marta y Marcial repetirán,<br />
como si también esta vez fuese la primera, los gestos, los movimientos<br />
y los gemidos y suspiros de amor. Y las palabras. Cipriano Algor<br />
dormirá sin sueños en su cama. Mañana temprano, como de<br />
costumbre, llevará al yerno al trabajo. Tal vez en el regreso se le<br />
ocurra pasar por la hondonada cerca del río, sin ningún motivo<br />
especial, ni siquiera curiosidad, sabe perfectamente lo que allí fue<br />
dejado, pero pese a todo quizá se acerque al borde de la cueva, y si lo<br />
hace mirará hacia abajo, entonces se preguntará a sí mismo si no<br />
debería cortar unas cuantas ramas de árboles para cubrir mejor la<br />
loza, da idea de que quiere que nadie más sepa lo que hay aquí, de<br />
que quiere que así se quede, oculta, resguardada, hasta el día en que<br />
nuevamente vuelvan a ser necesarias, ah, qué difícil es separarnos de<br />
aquello que hemos hecho, sea cosa o sueño, incluso cuando lo hemos<br />
destruido con nuestras propias manos.<br />
Voy a limpiar el horno, dijo Cipriano Algor al llegar a casa. <strong>La</strong>s<br />
experiencias anteriores del perro Encontrado le indujeron a pensar que<br />
el dueño se disponía a sentarse otra vez en el banco de las<br />
meditaciones, todavía andaría el pobre con el espíritu turbio de<br />
conflictos, la vida corriéndole a contramano, en estas ocasiones es<br />
cuando los perros hacen más falta, vienen y se nos colocan delante<br />
con la infalible pregunta en los ojos, Quieres ayuda, y siendo cierto<br />
que, a primera vista, no parece estar al alcance de uno de estos<br />
animales poner remedio a los sufrimientos, angustias y otras<br />
aflicciones humanas, bien pudiera suceder que la causa radique en el<br />
hecho de que no seamos capaces de comprender lo que está más allá<br />
o acá de nuestra humanidad, como si las otras aflicciones en el mundo<br />
sólo pudiesen lograr una realidad aprehensible si las medimos por<br />
nuestros propios patrones, o, usando palabras más simples, como si<br />
sólo lo humano tuviese existencia. Cipriano Algor no se sentó en el<br />
banco de piedra, pasó a su lado, luego, tras mover uno tras otro los<br />
tres gruesos cierres de hierro instalados en alturas diferentes, arriba,<br />
en medio, abajo, abrió la puerta del horno, que chirrió gravemente en<br />
los goznes. Pasados los primeros días de indagaciones sensoriales que<br />
contentaron la curiosidad inmediata de quien acabara de llegar a un<br />
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