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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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justicia al nombre y vetusto título de librería, existe apenas una<br />

pequeña papelería que se encarga de encomendar a los editores de la<br />

ciudad los libros de estudio necesarios, y muy de tarde en tarde,<br />

alguna obra literaria de la que se haya hablado con insistencia en la<br />

radio y en la televisión y cuyo contenido, estilo e intenciones<br />

correspondan satisfactoriamente a los intereses medios de los<br />

habitantes. Marcial Gacho no es persona de frecuentes y concienzudas<br />

lecturas, en todo caso, cuando aparece en la alfarería con un libro de<br />

regalo para Marta, hay que reconocer que consigue notar la diferencia<br />

entre lo que es bueno y lo que no pasa de mediocre, aunque sea cierto<br />

que sobre estos escurridizos conceptos de bueno y mediocre nunca nos<br />

han de faltar motivos sobre los que discurrir y discrepar. <strong>La</strong><br />

enciclopedia que padre e hija acaban de abrir sobre la mesa de la<br />

cocina fue considerada la mejor en la época de su publicación, pero<br />

hoy sólo puede servir para indagar en saberes en desuso o que, por<br />

aquel entonces, estaban todavía articulando sus primeras y dudosas<br />

sílabas. Colocadas en fila, una tras otra, las enciclopedias de hoy, de<br />

ayer y de anteayer representan imágenes sucesivas de mundos<br />

paralizados, gestos interrumpidos en su movimiento, palabras a la<br />

búsqueda de su último o penúltimo sentido. <strong>La</strong>s enciclopedias son<br />

como cicloramas inmutables, máquinas de proyectar prodigiosas cuyos<br />

carretes se quedaron bloqueados y exhiben con una especie de<br />

maníaca fijeza un paisaje que, condenado de esta forma a ser, para<br />

siempre jamás, aquello que fue, se irá volviendo al mismo tiempo más<br />

viejo, más caduco y más innecesario. <strong>La</strong> enciclopedia comprada por el<br />

padre de Cipriano Algor es tan magnífica e inútil como un verso que no<br />

conseguimos recordar. No seamos, sin embargo, soberbios y<br />

desagradecidos, traigamos a la memoria la sensata recomendación de<br />

nuestros mayores cuando nos aconsejaban guardar lo que no era<br />

necesario porque, más pronto o más tarde, encontraríamos ahí lo que,<br />

sin saberlo entonces, nos acabaría haciendo falta. Asomados sobre las<br />

viejas y amarillentas páginas, respirando el olor húmedo durante años<br />

recluido, sin el toque del aire ni el aliento de la luz, en la espesura<br />

blanda del papel, padre e hija aprovechan hoy la lección, buscan lo que<br />

necesitan en aquello que consideraban que nunca más serviría. Ya<br />

encontraron en el camino un académico con bicornio de plumas,<br />

espadín y chorreras en la camisa, ya encontraron un payaso y un<br />

equilibrista, ya encontraron un esqueleto con guadaña y siguieron<br />

adelante, ya encontraron una amazona a caballo y un almirante sin<br />

barco, ya encontraron un torero y un hombre de jubón, ya encontraron<br />

un púgil y su adversario, ya encontraron un carabinero y un cardenal,<br />

ya encontraron un cazador con su perro, ya encontraron un marinero<br />

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