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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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aquella fantasía de la corriente que nos lleva, dijo Isaura, Explícate, Es<br />

la cosa más simple del mundo, Ya sé cuál es la idea, interrumpió<br />

Cipriano Algor, Cuál, preguntó Isaura, Nos vamos también, Exacto.<br />

Marta respiró hondo, Para tener ideas provechosas, no hay nada como<br />

ser mujer, Conviene que no nos precipitemos, dijo Cipriano Algor, Qué<br />

quieres decir, preguntó Isaura, Tienes tu casa, tu empleo, Y, Dejarlo<br />

todo así, volverle la espalda, Ya lo había dejado todo antes, ya le había<br />

vuelto la espalda antes cuando apreté aquel cántaro contra el pecho,<br />

realmente era necesario que fueras hombre para no comprender que<br />

te estaba apretando a ti, las últimas palabras casi se perdieron en una<br />

súbita irrupción de sollozos y de lágrimas. Cipriano Algor extendió<br />

tímidamente la mano, le tocó un brazo, y ella no pudo evitar que el<br />

llanto redoblase, o tal vez necesitara que así ocurriese, a veces no son<br />

suficientes las lágrimas que ya lloramos, tenemos que pedirles por<br />

favor que continúen.<br />

Los preparativos del viaje ocuparon todo el día siguiente. Primero de<br />

una casa, luego de otra, Marta e Isaura escogieron lo que consideraron<br />

necesario para un viaje que no tenía destino conocido y que no se sabe<br />

cómo ni dónde terminará. <strong>La</strong> furgo<strong>net</strong>a fue cargada por los hombres,<br />

auxiliados por los ladridos de estímulo de Encontrado, nada inquieto<br />

hoy con lo que era, con claridad total, una nueva mudanza, porque en<br />

su cabeza de perro ni siquiera podría entrar la idea de que<br />

pretendieran abandonarlo por segunda vez. <strong>La</strong> mañana de la partida<br />

apareció con el cielo grisáceo, había llovido por la noche, en la<br />

explanada se veían, aquí y allí, pequeñas pozas de agua, y el moral,<br />

para siempre agarrado a la tierra, todavía goteaba. Vamos, preguntó<br />

Marcial, Vamos, dijo Marta. Subieron a la furgo<strong>net</strong>a, los dos hombres<br />

delante, las dos mujeres atrás, con Encontrado en medio, y cuando<br />

Marcial iba a poner el coche en movimiento, Cipriano Algor dijo<br />

bruscamente, Espera. Salió de la furgo<strong>net</strong>a y dirigió los pasos al horno,<br />

Adonde va, preguntó Marta, Qué irá a hacer, murmuró Isaura. <strong>La</strong><br />

puerta del horno fue abierta, Cipriano Algor entró. Poco después salió,<br />

venía en mangas de camisa y se servía de la chaqueta para<br />

transportar algo pesado, unos cuantos muñecos, no podría ser otra<br />

cosa, Quiere llevárselos de recuerdo, dijo Marcial, pero se equivocaba,<br />

Cipriano Algor se aproximó a la puerta de la casa y comenzó a<br />

disponer las estatuillas en el suelo, de pie, firmes en la tierra mojada,<br />

y cuando las colocó a todas, volvió al horno, en ese momento ya los<br />

otros viajeros habían bajado de la furgo<strong>net</strong>a, ninguno hizo preguntas,<br />

uno a uno entraron también en el horno y fueron sacando los muñecos<br />

al aire libre, Isaura corrió a la furgo<strong>net</strong>a para buscar un cesto, un saco,<br />

cualquier cosa, y las figurillas iban poco a poco ocupando el espacio<br />

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