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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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vigilantes, consiguieron prevalecer, No te escondas, deja a tu hija en<br />

paz, ella sólo dijo las palabras que querías oír, ahora se trata de saber<br />

si tienes para ofrecerle a Isaura Estudiosa algo más que un cántaro, y,<br />

también, no te olvides, si ella estará dispuesta a recibir lo que<br />

imaginas que tienes para ofrecerle, si es que consigues imaginar algo.<br />

El soliloquio se detuvo ante la barrera de esta objeción, por ahora<br />

infranqueable, y la repentina parada fue aprovechada por el segundo<br />

motivo de preocupación, tres motivos en un pie sólo, las figuras de<br />

barro, el Centro, el jefe del departamento de compras, Ya veremos en<br />

qué acaba esto, murmuró el alfarero, frase semánticamente retorcida<br />

que, bien mirado, igualmente podría servir para ataviar con ropajes de<br />

distraída y tácita connivencia el excitante asunto de Isaura Estudiosa.<br />

Demasiado tarde, ya vamos atravesando el Cinturón Agrícola, o Verde,<br />

como le siguen llamando las personas que adoran embellecer con<br />

palabras la áspera realidad, este color de hielo sucio que cubre el<br />

suelo, este interminable mar de plástico donde los invernaderos,<br />

cortados por el mismo rasero, parecen icebergs petrificados,<br />

gigantescas fichas de dominó sin puntos. Ahí dentro no hace frío, al<br />

contrario, los hombres que trabajan se asfixian de calor, se cuecen en<br />

su propio sudor, desfallecen, son como trapos empapados y retorcidos<br />

por manos violentas. Si no es todo el mismo decir, es todo el mismo<br />

penar. Hoy la furgo<strong>net</strong>a va vacía, Cipriano Algor ya no pertenece al<br />

gremio de los vendedores por la razón incontestable de que su<br />

fabricación dejó de interesar, ahora lleva media docena de diseños en<br />

el asiento de al lado, que es donde Marta los puso, y no en el asiento<br />

de atrás como imaginó Encontrado, y esos diseños son la única y frágil<br />

brújula de este viaje, felizmente ya había salido de casa cuando,<br />

durante algunos momentos, la sintió perdida del todo quien esos<br />

papeles había pintado. Se dice que el paisaje es un estado de alma,<br />

que el paisaje de fuera lo vemos con los ojos de dentro, será porque<br />

esos extraordinarios órganos interiores de visión no supieron ver estas<br />

fábricas y estos hangares, estos humos que devoran el cielo, estos<br />

polvos tóxicos, estos lodos eternos, estas costras de hollín, la basura<br />

de ayer barrida sobre la basura de todos los días, la basura de mañana<br />

barrida sobre la basura de hoy, aquí serían suficientes los simples ojos<br />

de la cara para enseñar a la más satisfecha de las almas a dudar de la<br />

ventura en que suponía complacerse.<br />

Pasado el Cinturón Industrial, en la carretera, ya en los terrenos<br />

baldíos ocupados por las chabolas, se ve un camión quemado. No hay<br />

señales de la mercancía que transportaba, salvo unos dispersos y<br />

ennegrecidos restos de cajas sin marbetes sobre el contenido y la<br />

procedencia. O la carga ardió con el camión, o consiguieron retirarla<br />

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