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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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casi llegó a serlo en el hocico y en las orejas, pero el resto apunta<br />

hacia un color grisáceo generalizado, con mechas que van desde tonos<br />

oscuros hasta llegar al negro retinto. A un alfarero de sesenta y cuatro<br />

años, con los problemas de visión que la edad siempre ocasio na, y que<br />

dejó de usar gafas por culpa del calor del horno, no se le puede<br />

censurar que haya dicho, Es negro, dado que antes era de noche y<br />

llovía, y ahora la distancia vuelve nebuloso el crepúsculo de la<br />

mañana. Cuando Cipriano Algor se aproximó finalmente al perro vio<br />

que nunca más podrá repetir Es negro, pero también pecaría<br />

gravemente contra la verdad si afirmara Es gris, mucho más cuando<br />

descubra que una estrecha mancha blanca, como una delicada<br />

corbata, baja por el pecho del animal hasta el comienzo del vientre. <strong>La</strong><br />

voz de Marta sonó al otro lado de la puerta, Padre, despierte, tiene al<br />

perro esperando, Estoy despierto, ya voy, respondió Cipriano Algor,<br />

pero inmediatamente se arrepintió de que le hubieran salido las dos<br />

últimas palabras, era pueril, era casi ridículo, un hombre de su edad<br />

alborozándose como un niño a quien le han traído el juguete soñado,<br />

cuando todos sabemos que en lugares como éstos un perro es tanto<br />

más estimado cuanto más cabalmente demuestre su utilidad práctica,<br />

virtud que los juguetes no necesitan, y en lo que a los sueños se<br />

refiere, si de cumplirlos se trata, no sería bastante un perro para quien<br />

acaba de pasar la noche soñando con un tigre. Pese a que luego se lo<br />

reprochará, Cipriano Algor esta vez no va a perder tiempo con arreglos<br />

y aseos, se vistió rápidamente y salió del cuarto. Marta le preguntó,<br />

Quiere que le prepare alguna cosa para que coma, Después, ahora la<br />

comida le distraería, Vaya, vaya a domar a la fiera, No es ninguna<br />

fiera, pobre animal, lo he estado observando desde la ventana, Yo<br />

también lo he visto, Qué te ha parecido, No creo que sea de nadie de<br />

por aquí, Hay perros que nunca salen de los patios, viven y mueren<br />

allí, salvo en los casos en que los llevan al campo para ahorcarlos en la<br />

rama de un árbol o para rematarlos con una carga de plomo en la<br />

cabeza, Oír eso no es una buena manera de comenzar el día,<br />

Realmente no lo es, así que vamos a iniciarlo de una forma menos<br />

humana, pero más compasiva, dijo Cipriano Algor saliendo a la<br />

explanada. <strong>La</strong> hija no lo siguió, se quedó entre las puertas, mirando,<br />

<strong>La</strong> fiesta es suya, pensó. El alfarero se adelantó algunos pasos y con<br />

voz clara, firme, aunque sin gritar, pronunció el nombre escogido,<br />

Encontrado. El perro ya había levantado la cabeza al verlo, y ahora,<br />

escuchado finalmente el nombre por el que esperaba, salió de la<br />

caseta de cuerpo entero, ni perro grande ni perro pequeño, un animal<br />

joven, esbelto, de pelo crespo, realmente gris, realmente tirando a<br />

negro, con la estrecha mancha blanca que le divide el pecho y que<br />

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