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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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la voz retumba en el interior de la gruta, los ecos van de pared a<br />

pared, se multiplican, si Marcial no se calla un minuto no será posible<br />

que oigamos la voz de Cipriano Algor diciendo, distante, como si ella<br />

misma fuese también un eco, Estoy bien, no te preocupes, no tardo. El<br />

miedo había desaparecido. <strong>La</strong> luz de la linterna acarició una vez más<br />

los míseros rostros, las manos sólo piel y hueso cruzadas sobre las<br />

piernas, y, más aún, guió la propia mano de Cipriano Algor cuando<br />

tocó, con respeto que sería religioso si no fuese humano simplemente,<br />

la frente seca de la primera mujer. Ya nada le retenía allí, Cipriano<br />

Algor había comprendido. Como el camino circular de un calvario, que<br />

siempre encuentra un calvario delante, la subida fue lenta y dolorosa.<br />

Marcial bajó a su encuentro, alargó la mano para ayudarlo, al salir de<br />

la oscuridad hacia la luz venían abrazados y no sabían desde cuándo.<br />

Exhausto de fuerzas, Cipriano Algor se dejó caer en el escabel, inclinó<br />

la cabeza sobre la mesa y, sin ruido, apenas se notaba el<br />

estremecimiento de los hombros, comenzó a llorar. No se contenga,<br />

padre, yo también he llorado, dijo Marcial. Poco después, más o menos<br />

recompuesto de la emoción, Cipriano Algor miró al yerno en silenció,<br />

como si en aquel momento no tuviera una manera mejor de decirle<br />

que lo estimaba, después preguntó, Sabes qué es aquello, Sí, leí algo<br />

hace tiempo, respondió Marcial, Y también sabes que lo que está ahí,<br />

siendo lo que es, no tiene realidad, no puede ser real, Lo sé, Y con<br />

todo yo he tocado con esta mano la frente de una de esas mujeres, no<br />

ha sido una ilusión, no ha sido un sueño, si volviese ahora encontraría<br />

los mismos tres hombres y las mismas tres mujeres, las mismas<br />

cuerdas atándolos, el mismo banco de piedra, la misma pared ante<br />

ellos, Si no son los otros, puesto que no existieron, quiénes son éstos,<br />

preguntó Marcial, No sé, pero después de verlos pienso que tal vez lo<br />

que realmente no exista sea eso a lo que damos el nombre de no<br />

existencia. Cipriano Algor se levantó lentamente, las piernas todavía le<br />

temblaban, pero, en general, las fuerzas del cuerpo habían regresado.<br />

Dijo, Cuando bajaba tuve la sensación de ver algo que podría ser un<br />

muro y una plataforma, si pudieras mudar la orientación de uno de<br />

esos focos, no necesitó terminar la frase, Marcial ya estaba girando<br />

una rueda, accionando una manilla, y luego la luz se extendió suelo<br />

adentro hasta chocar con la base de un muro que atravesaba la gruta<br />

de lado a lado, pero sin llegar a las paredes. No había ninguna<br />

plataforma, sólo un paso a lo largo del muro. Falta una cosa, murmuró<br />

Cipriano Algor. Avanzó algunos pasos y de repente se detuvo, Aquí<br />

está, dijo. En el suelo se veía una gran mancha negra, la tierra estaba<br />

requemada en ese lugar, como si durante mucho tiempo allí hubiera<br />

ardido una hoguera. No merece la pena seguir preguntando si<br />

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