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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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Marcial exclamó, Aquí estamos, sólo en ese momento abrió la boca<br />

para emitir unos pocos sonidos organizados, aunque no le salió nada<br />

que fuese de su cosecha, se limitó a repetir, con un pequeño<br />

aditamento retórico, la frase del yerno, Es verdad, aquí estamos. A su<br />

vez, Marta y Marcial poco se habían dicho durante el trayecto. <strong>La</strong>s<br />

únicas palabras merecedoras de registro en esta historia, y aun así<br />

muy por encima, de modo puramente accidental, por hacer referencia<br />

a personas de quien apenas hemos oído hablar, fueron las que<br />

intercambiaron cuando la furgo<strong>net</strong>a pasaba ante la casa de los padres<br />

de Marcial, Les avisaste de que nos íbamos hoy, preguntó Marta, Sí,<br />

anteayer, cuando vine del Centro, estuve poco tiempo, tenía el taxi<br />

esperando, No quieres parar, volvió a preguntar ella, Estoy cansado de<br />

discusiones, harto hasta la coronilla, Incluso así, Te acuerdas de cómo<br />

se comportaron cuando vinimos los dos, seguro que no quieres que la<br />

escena se repita, dijo Marcial, Es una pena, sea como fuere son tus<br />

padres, Es una expresión muy curiosa, ésa, Cuál, Sea como fuere, Se<br />

dice así, Es verdad, son palabras que a primera vista parece que no<br />

pasan de un adorno de frase en todos los sentidos dispensable, pero<br />

acaban dándonos miedo cuando nos ponemos a pensar en ellas y<br />

comprendemos adonde quieren llegar, Sea como fuere, dijo Marta, es<br />

otra manera disimulada de decir qué remedio, qué le vamos a hacer,<br />

ya que tiene que ser así, o simplemente resignación, que es la palabra<br />

fuerte, En fin, siempre tendremos que vivir con los padres que<br />

tenemos, dijo Marcial, Sin olvidarnos de que alguien vivirá con los<br />

padres que seremos, concluyó Marta. Entonces Marcial miró a su<br />

derecha y dijo, sonriendo, Claro que esta conversación de padres e<br />

hijos malavenidos no tiene nada que ver con usted, pero Cipriano<br />

Algor no respondió, se limitó a asentir con la cabeza vagamente.<br />

Sentada detrás del marido, Marta veía al padre casi de perfil. Qué<br />

habrá pasado con Isaura, pensó, claro que no sería sólo llegar, dejar a<br />

Encontrado y volver, por la tardanza algo más se habrán dicho el uno<br />

al otro, daría no sé qué por saber qué va cavilando, la cara parece<br />

serena, pero al mismo tiempo es la de alguien que no está<br />

completamente en sí, la de alguien que ha escapado de un peligro y se<br />

sorprende de estar todavía vivo. Mucho más quedaría sabiendo si<br />

pudiese mirar al padre de frente, entonces tal vez dijese, Conozco esas<br />

lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor<br />

feliz, esa especie de felicidad dolorosa, ese ser y no ser, ese tener y no<br />

tener, ese querer y no poder. Pero todavía sería pronto para que<br />

Cipriano Algor le respondiese. Habían salido del pueblo, atrás<br />

quedaban las tres casas en ruinas, ahora cruzaban el puente sobre el<br />

riachuelo de aguas oscuras y malolientes. Adelante, en medio del<br />

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