Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net
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eso el viaje me va a servir para airear la cabeza, que bien necesitada<br />
está, sólo consigo pensar en moldes, táceles y mezclas, También<br />
servirá para que yo me airee, así que iremos ambos a buscar a<br />
Marcial, y Encontrado se queda guardando el castillo, Si es eso lo que<br />
quieres, Déjelo, estaba bromeando, usted suele ir a buscar a Marcial,<br />
yo suelo quedarme en casa, viva la costumbre, En serio, vamos, En<br />
serio, vaya. Sonrieron los dos y el debate de la cuestión central, es<br />
decir, las razones objetivas y subjetivas de la costumbre, quedó<br />
pospuesto. A la tarde, llegada la hora, y sin haberse mudado la ropa<br />
de trabajo para no perder tiempo, Cipriano Algor se puso en camino.<br />
Cuando ya iba a salir del pueblo se dio cuenta de que no había vuelto<br />
la cabeza al pasar ante la calle donde vive Isaura Madruga, y cuando<br />
aquí se dice volver la cabeza, tanto se entiende hacia un lado como<br />
hacia el otro, pues Cipriano Algor, en días pasados, unas veces había<br />
mirado para ver si veía, otras veces para donde tenía la seguridad de<br />
que no vería. Le cruzó la idea de preguntarse a sí mismo cómo<br />
interpretaba la desconcertante indiferencia, pero una piedra en medio<br />
de la carretera lo distrajo, y la ocasión se perdió. El viaje hacia la<br />
ciudad transcurrió sin dificultad, sólo tuvo que sufrir un atraso causado<br />
por una barrera de la policía que detenía un coche sí un coche no a fin<br />
de examinar los documentos de los conductores. Mientras esperaba<br />
que se los devolviesen, Cipriano Algor tuvo tiempo de observar que la<br />
línea limítrofe de las chabolas parecía haberse dislocado un poco en<br />
dirección a la carretera, Cualquier día vuelven a empujarlas hacia<br />
atrás, pensó.<br />
Marcial ya estaba a la espera. Disculpa que me haya retrasado, dijo el<br />
suegro, debía haber salido más temprano de casa, y luego la policía<br />
quiso meter la nariz en los papeles, Cómo está Marta, preguntó<br />
Marcial, ayer no pude telefonear, Creo que se encuentra bien, en todo<br />
caso deberías hablarle, está comiendo poco, sin apetito, ella dice que<br />
en las mujeres embarazadas es normal, puede que lo sea, de esas<br />
cosas no entiendo, pero yo que tú no me fiaría, Hablaré con ella, esté<br />
tranquilo, a lo mejor está así porque es el principio del embarazo, No<br />
sabemos nada, ante estas cosas somos como un niño perdido, tienes<br />
que llevarla al médico. Marcial no respondió. El suegro se calló.<br />
Seguramente estaban los dos pensando en lo mismo, que en el<br />
hospital del Centro la observarían como en ningún otro lugar, por lo<br />
menos es lo que proclama la voz popular, y más, siendo mujer de un<br />
empleado, aunque no es condición residir allí para ser<br />
competentemente atendida. Pasado un minuto, Cipriano Algor dijo,<br />
Cuando quieras yo traigo a Marta. Habían salido de la ciudad, podían<br />
circular más deprisa. Marcial preguntó, Cómo va el trabajo, Todavía<br />
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