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Saramago, Jose - La caverna - Telefonica.net

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nos sea apuntada la aparente contradicción, que caer en el sueño por<br />

momentos no es lo mismo que haberse dormido, el alfarero no hizo<br />

más que soñar de relance con el sueño que había tenido, y si las<br />

segundas palabras del jefe del departamento de compras no salieron<br />

exactamente iguales que las primeras fue por la sencilla razón de que<br />

no es sólo en la vida despierta donde las palabras que decimos<br />

dependen del humor de la ocasión. Aquella antipática y en todo<br />

dislocada referencia a una hipotética inmolación en el fuego tuvo, sin<br />

embargo, el mérito de desviar el pensamiento de Cipriano Algor hacia<br />

las estatuillas de barro puestas a cocer en la cueva, y luego, por<br />

caminos y travesías del cerebro que nos sería imposible reconstruir y<br />

describir con suficiente precisión, hacia el súbito reconocimiento de las<br />

ventajas del muñeco hueco en comparación con el muñeco macizo, ya<br />

sea en el tiempo que se emplea, ya sea en la arcilla que se consume.<br />

Esta frecuente reluctancia que tienen las evidencias para manifestarse<br />

sin hacerse de rogar demasiado debería ser objeto de un profundo<br />

análisis por parte de los entendidos, que ciertamente andan por ahí, en<br />

las distintas, pero seguramente no opuestas, naturalezas de lo visible<br />

y de lo invisible, en el sentido de averiguar si en el interior más íntimo<br />

de lo que se ofrece a la vista existirá, como parece haber fuertes<br />

motivos de sospecha, algo químico o físico con una tendencia perversa<br />

a la negación y al oscurecimiento, un deslizarse amenazador en<br />

dirección al cero, un sueño obsesivo de vacío. Sea como fuere,<br />

Cipriano Algor está satisfecho consigo mismo. Hace pocos minutos se<br />

consideraba un engorro para la hija y el yerno, un obstáculo, un<br />

estorbo, un inútil, palabra esta que lo dice todo cuando tenemos que<br />

clasificar lo que supuestamente ya no sirve para nada, y helo aquí<br />

siendo capaz de producir una idea cuya bondad intrínseca está de<br />

antemano demostrada por el hecho de que otros la han tenido antes y<br />

puesto muchas veces en ejecución. No siempre es posible tener ideas<br />

originales, ya basta con tenerlas simplemente practicables. A Cipriano<br />

Algor le gustaría alargar el remanso de la cama, aprovechar el buen<br />

sueño de la mañana, que, tal vez porque tenemos de él una conciencia<br />

vaga, es, de todos los sueños, el más reparador, pero la excitación<br />

causada por la idea que se le había ocurrido, el recuerdo de las<br />

estatuillas bajo las cenizas sin duda todavía calientes, y también, por<br />

qué no confesarlo, aquella precipitada información anterior de que no<br />

se había vuelto a dormir, todo esto junto le hizo apartar la ropa y<br />

saltar rápidamente al suelo, tan fresco y ágil como en sus verdes<br />

años. Se vistió sin hacer ruido, salió del cuarto con las botas en la<br />

mano y, de puntillas, se dirigió a la cocina. No quería que la hija se<br />

despertara, pero se despertó, o ya estaría despierta, ocupada en pegar<br />

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