ACTAS
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I Congreso Internacional de Periodismo 53<br />
co hay cultura de trabajo (…) acá lo que pasa es que todos roban parece mentira que haya tantos ladrones y eso<br />
que los argentinos somos tan buena gente pero siempre nos va mal por culpa de esos hijos de puta, cuándo se<br />
van a ir de una buena vez por todas a la mierda y dejarnos el país para nosotros, la gente de bien, los verdaderos<br />
argentinos (Caparrós, 2009, pp. 16-17).<br />
Jorge Carrión reafirma el liderazgo de Caparrós en la exploración del género:<br />
El viaje y la poesía coinciden explícitamente en la obra de Caparrós, el más inquieto de los cronistas de este cambio<br />
de siglo, en cuyas rítmicas páginas abundan los endecasílabos. Publicadas en 1992, las crónicas de Larga distancia<br />
inyectaron una ambición global al periodismo narrativo en nuestra lengua. Una ambición que no ha cesado en la<br />
obra posterior de Caparrós, constante reformulación del inconcreto género de vuelta al mundo. En Una luna los<br />
versos, entreverados con la prosa, (“La luna casi llena, cielo otra vez del sur: estoy llegando”), se relacionan con la<br />
voluntad de condensar, de alcanzar la esencia de la crónica. En la época de los buscadores de información, el libro<br />
de viajes ya no puede ser enciclopédico. Se suceden las elipsis. Los países son minimizados: la entrevista a uno<br />
de sus habitantes y el diario fragmentario de las percepciones y reflexiones del viajero condensan un estado y un<br />
momento histórico” (Carrión, 2012, p. 37).<br />
El chileno Juan Pablo Meneses ha seguido muy fuertemente esta línea, a través de libros de investigación<br />
periodística que abordan, a través de historias particulares, problemas globales como el sistema de reclutamiento<br />
para los grandes clubes de fútbol, en Niños futbolistas (2013) o las paradojas que genera la globalización<br />
en países que aún no alcanzan el desarrollo, en Una vuelta al tercer mundo (2015). Meneses comenzó<br />
su carrera como cronista de viajes, etapa retratada en su antología Equipaje de mano (2003). En esos textos<br />
todavía aborda historias chilenas, muy locales, pero rápidamente su trabajo asume la vocación global que hoy<br />
lo caracteriza.<br />
Alarcón y Licitra: las fronteras interiores<br />
El chileno-argentino Cristian Alarcón utiliza métodos etnográficos para aproximarse a los mundos que relata:<br />
aquellos que se sitúan en los márgenes de la ciudad, márgenes físicos -lo que en Argentina se llama el conurbano-<br />
pero sobre todo culturales. Dos años le tomó convertirse en un vecino más de la villa donde habitaba “El<br />
Frente” Vital, delincuente convertido en santón de los pandilleros retratados en Cuando me muera quiero que<br />
me toquen cumbia (2003):<br />
La villa fue al comienzo un territorio mínimo, acotado, unos pocos metros cuadrados por donde me podía mover.<br />
El extrañamiento del foráneo al conocer los personajes y el lugar, el lenguaje, los códigos al comienzo incomprensibles,<br />
la dureza de los primeros diálogos, fue mutando en cierta cotidianeidad, en la pertenencia que se siente<br />
cuando se camina una cuadra y se cruzan saludos con los vecinos, se comenta con alguno el tiempo, se pregunta<br />
por dónde andarán los pibes”. (Alarcón, 2003, p. 37)<br />
Esa convivencia le permite aproximarse a las historias de los vecinos. Son relatos que conforman un mundo en que<br />
no hay más justicia que aquella que cada uno pueda conseguir con sus manos.<br />
El novio de una de las mujeres que cortejaba por esos días, después de un tiroteo menor en el que no alcanzaron<br />
a saldar el encono, había pasado en un auto por el frente de la casa disparando una ráfaga de 9 milímetros. Sabina<br />
estaba comiendo. La bala le entró en un pulmón. Ella apenas sintió un ardor y vio la sangre desparramarse por su<br />
camisa blanca. (Alarcón, 2003, p. 106).<br />
En su libro siguiente, Si me queres quereme transa, Alarcón visibiliza una nueva frontera: la de los géneros.<br />
Alcira, la protagonista, lidera una banda de narcotraficantes y es también quien sostiene a la familia. Como<br />
mujer ha debido soportar golpes, infidelidades, engaños y abuso sexual. Su moral es la de una sobreviviente.