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62 Convergencias mediáticas y nueva narrativa latinoamericana<br />

conducta que no puede ser prototipo de moralidad. Asimismo, es un hombre que dice no verse afectado por<br />

el alcohol y reconoce que su pasado estuvo lleno de pobreza, pero en la actualidad se da algunos lujos como<br />

sólo tomar whisky, ser mujeriego y mandar y no dejar que lo manden. Es decir, Salcedo Ramos nos presenta un<br />

personaje cuyo discurso se contrapone con su forma de vida, lo que permite visualizarlo como un ser humano<br />

cualquiera.<br />

Sin embargo, cuando Emiliano Zuleta evoca su pasado, el lector comprende que “el viejo Mile” era un niño<br />

de campo, un “muchacho silvestre”, que vivía de forma humilde y quien nunca asistió a la educación formal.<br />

Además, vivía en condiciones de hacinamiento y pobreza, por eso: “cuando había que partir algo, los trece<br />

inquilinos del rancho usaban por turnos el único cuchillo que tenían. A ese cuchillo, por cierto, no se le gastó<br />

la hoja, sino la cacha, a fuerza de andar de mano en mano” (2015, p. 44). Además, su ignorancia era tal que a<br />

los doce años vio por primera vez su reflejo en un espejo y se espantó.<br />

En este sentido, el personaje que retrata Salcedo Ramos es una persona común, quien a partir de un “don”<br />

podrá sobresalir de los demás. Este don que le dará fama consiste en saber tocar el acordeón e improvisar<br />

canciones y se le presenta casi de forma divina o mágica, pues en cuanto descubre los acordeones que tiene<br />

su tío Francisco Salas, Zuleta siente “una comezón en la sangre” y desatiende las advertencias familiares de<br />

no tomar dichos instrumentos, pues era como “si el acordeón le echara brujería”. Además, ese don es aparentemente<br />

incomprensible, pues la madre de Zuleta, Sara, señala que su hijo aprendió a cantar antes de hablar,<br />

fue capaz de aprenderse y componer largas décimas sin saber leer o escribir, y “se convirtió en un diablo” para<br />

desafiar a su tío, pues no había “poder humano ni divino que lo apartara de la música” (2015, p. 53). Es decir,<br />

se le concede al don una procedencia más allá de lo racional.<br />

Así, para que Emiliano Zuleta obtenga por completo este don deberá enfrentar un obstáculo y salir airoso. Esta<br />

prueba lo llevará a pelear con Francisco Salas, a quien le roba un acordeón y no vuelve con el instrumento sino<br />

cuando ha logrado dominarlo y ha decidido pedirle perdón a su pariente por medio de una canción escrita<br />

para tal propósito:<br />

Cuando el sobrino terminó la serenata, Francisco Salas le dio un abrazo estremecido, le dijo que podía quedarse<br />

con el acordeón y se fue para su cuarto sin añadir ni una sola palabra. Nunca más volvieron a verlo<br />

en sus prácticas desatinadas y enjundiosas. Mile se quedó con el acordeón que le obsequiaron. Y los otros<br />

acordeones se enmohecieron para siempre en las paredes descascaradas de su dueño. (2015, p. 51)<br />

A partir de este momento, Zuleta, el triunfador, comienza a conquistar muchachas a través de su música y su<br />

canto, se convierte en un mito del acordeón en su pueblo y en las regiones vecinas. De esta forma, sus “versos”<br />

tienen:<br />

[...] tanta gracia melódica, tanta vitalidad narrativa que, a pesar de que no habían sido grabados aún, se<br />

extendieron de boca en boca, de manera espontánea, por toda la Costa Caribe colombiana. En las trochas<br />

malsanas de la región se desnucaban las bestias, se extraviaban los caminantes y los versos seguían su marcha<br />

a lomo del viento, porque fueron hechos por uno de esos juglares auténticos que no necesitan fijar su<br />

voz en papel para protegerla del olvido. (2015, p. 54)<br />

Es decir, en ese momento Emiliano Zuleta se ha convertido en un héroe local y se encamina a convertirse en<br />

una figura mítica. Esto le atrae algunos “beneficios”, de acuerdo a una visión machista: poder acostarse con la<br />

novia de una boda que ameniza o enredarse sentimentalmente con una ahijada e ir de pueblo en pueblo dejando<br />

amores. En este sentido, se presenta una caída moral del héroe, lo que lo hace envanecerse a tal grado<br />

que señala que su primera esposa, Carmen, se “acreditó mucho” por ser su cónyuge: “gracias a mí es que la<br />

conocen a ella” (2015, p. 65), dice Zuleta.<br />

En este punto, Salcedo Ramos presenta a un héroe con defectos éticos o morales, pero como no son éstos los<br />

que le dan su cualidad heroica, Zuleta se puede seguir engrandeciendo en tanto personaje. Así, es un hombre<br />

rencoroso, ególatra y capaz de humillar a su hermano. Ahora bien, para continuar con su recorrido de héroe,

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