09.04.2017 Views

ACTAS

2oUssoJ

2oUssoJ

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

84 Convergencias mediáticas y nueva narrativa latinoamericana<br />

vista, el eje narrativo no pasa por hacer una pregunta memorable o por lograr que el entrevistado revele algo<br />

secreto e íntimo. En esta crónica, como en muchas otras de la misma autora, la fuerza de la prosa se centra en<br />

desarrollar un punto de vista particular y una voz potente para narrar la historia. Cuando el autor encuentra<br />

ese punto de vista insólito, no importan tanto las preguntas, sino lo que uno mira como cronista. En este caso<br />

Guerriero mira cómo Ale la mira a ella. Muchísimos de los personajes en las crónicas de Leila Guerriero aparecen<br />

diciendo cosas casi banales, particularmente los personajes principales. Muy raramente aparecen diciendo<br />

cosas largas o trascendentales. Este tipo de práctica parece ir en contra de la creencia de que en el periodismo,<br />

cuando se le pone el micrófono al entrevistado, diga lo que diga, la nota cobrará seriedad o valor. Guerriero<br />

opta por narrarlo con su propia voz para dejar que el entrevistado aparezca a pinceladas.<br />

La Reina de Los Hornos<br />

La Reina de Los Hornos narra la historia de Reina Maraz, “mujer boliviana, pobre, migrante, de piel oscura,<br />

quechua hablante, analfabeta y evangelista” que fue encarcelada en la ciudad de La Plata, Argentina, el sábado<br />

20 de noviembre de 2010. Reina, de 22 años y madre de dos niños, entró embarazada en la cárcel y tuvo<br />

a tercera hija entre esas cuatro paredes. Esperó un año y cinco meses, hasta diciembre de 2011, para que un<br />

intérprete en su lengua materna pudiera indicarle cuál era el delito que se le imputaba: el homicidio de su<br />

marido Límber Santos. La crónica de Nathalie Iriarte Villavicencio arranca con una cita textual que enuncia las<br />

siguientes palabras en quechua:<br />

“-Mana parlayta atiqtiychus, boliviana kaptiychus chayjinata. Wisk’ay kuwarqanku nini. (¿Por qué me encerraron?<br />

¿Es porque no sé hablar español? ¿Es porque soy boliviana?)”<br />

A continuación, el segundo párrafo de la crónica narra en presente el momento en que Reina es capturada:<br />

“Dos hombres uniformados de azul la esposan, la meten a un auto con luces rojas y azules y la llevan a un cuarto<br />

sin ventanas, pequeño, oscuro. Reina Maraz Bejarano -22 años, larga trenza negra, mejillas sonrojadas, piel morena<br />

y tersa, rasgos indígenas- no entiende nada, ni quiénes son esos hombres, ni por qué la encierran gritando<br />

palabras en ese idioma de blancos que ella no comprende.”<br />

En esta pieza de periodismo narrativo, el inicio marca, al igual que en la crónica de Leila Guerriero, el punto de<br />

vista de la historia. El ángulo no se erige, necesariamente, como una historia de migración, o como la historia<br />

de una madre con su hija en la cárcel, o como la historia del tránsito del campo a la gran ciudad. El énfasis, la<br />

mirada, se encuentra en su condición de quechua hablante: es una mujer que no puede defenderse porque no<br />

entiende una lengua, una mujer que es detenida y encarcelada sin que se le dé la oportunidad de expresarse,<br />

una mujer que no entiende qué pasa a su alrededor hasta un año y medio después de que ser encarcelada.<br />

No hablar español se convierte, entonces en el detonador de todos sus males. La historia, elevada a un argumento<br />

literario, es la siguiente: una mujer condenada a ser una eterna víctima por no entender qué pasa a su<br />

alrededor.<br />

La primera entrevista que Nathalie Iriarte le hizo Reina tuvo lugar tres años y medio después de que la metieran<br />

presa en la Unidad Penitenciaria N°33 de Los Hornos, ciudad de la Plata. La periodista supo de Reina porque<br />

estaba trabajando en Buenos Aires para rescatar historias de distintos grupos de bolivianos indocumentados,<br />

muchos de los cuales vivían y laboraban de manera ilegal y migraban en condiciones muy precarias (la<br />

mayoría de ellos, según Iriarte, trabajaba en talleres ilegales de costura de marcas que se venden después en el<br />

mercado formal). En una de las villas miseria de Buenos Aires, donde viven muchos bolivianos, uno de ellos le<br />

contó la historia de una joven quechua que estaba presa y que no hablaba español. La periodista comenzó el<br />

prerreporteo y sólo encontró un par de notas periodísticas muy escuetas en la prensa argentina sobre el tema.<br />

También supo que una institución presidida por un nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, estaba asistiendo<br />

el caso de Reina. Según me explicó Iriarte en una entrevista, en la embajada de Bolivia en Argentina conocían<br />

la historia, pero no habían hecho hasta ese momento ningún esfuerzo por acercarse y contactar o ayudar de

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!