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I Congreso Internacional de Periodismo 61<br />

paralelismo con una realidad mayor, con un contexto social. Esto debe hacerse mediante un estilo claro, conciso,<br />

preciso y sencillo.<br />

Pero, todas estas recomendaciones, ¿qué intención tienen? Atrapar a un lector que vive dentro de una cultura<br />

de la imagen y para quien incluso los productos culturales son únicamente productos de consumo.<br />

Juan José Hoyos (2009) apunta que a principios de la década de los noventa la crónica y el reportaje habían<br />

casi desparecido de los periódicos, si bien tres décadas antes habían tenido un auge de la mano del Nuevo<br />

Periodismo norteamericano o con autores como Gabriel García Márquez, en Latinoamérica. A decir de este último,<br />

esta desaparición se debió al afán de los periodistas por las primicias, además de la “miopía” de los editores<br />

y directivos de la prensa quienes olvidaron que una “buena historia” vende mucho más que la simple noticia<br />

del día. En este contexto, los periodistas que intentaban ir más allá de la simple nota informativa, debían<br />

enfrentarse al reto de que el lector conocía el suceso en tiempo real a través de los medios de comunicación<br />

electrónicos, y no sólo eso, sino que veían o escuchaban los testimonios de los protagonistas de éstos varias<br />

veces antes de que el periódico se publicara. Qué hacer para competir con ello. Tomás Eloy Martínez propuso<br />

una respuesta: contar “a través de la experiencia de una persona, todo lo que hace falta saber” (2006, p. 235).<br />

Para ello, no era suficiente ni el espacio ni la premura que los diarios exigían, por lo que las crónicas debieron<br />

buscar medios que no tuvieran problema con la extensión de las mismas ni con el tiempo que se tomaban sus<br />

autores en escribirlas. De esta forma, la crónica encontró un nuevo medio de edición en las revistas de interés<br />

general como Soho, Esquire, Rolling Stone, Elmalpensante y Etiqueta Negra, por ejemplo, y en blogs o internet.<br />

Asimismo, debido al nuevo formato y medio de publicación, y a que ya no estaban ancladas con la inmediatez<br />

de los diarios, algunas de estas crónicas se publicaron en libros. En el caso de las crónicas de Salcedo Ramos,<br />

algunas pasaron de la revista al libro solamente sin el sumario y las fotos que las acompañaban en la publicación<br />

periódica, como se mencionó anteriormente, mientras que otras fueron publicadas sólo como libro,<br />

tal es el caso de las que aparecen en De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho y otras crónicas.<br />

Si bien estos recursos técnicos han sido utilizados por otros cronistas, Salcedo Ramos ha integrado una descripción<br />

de sus protagonistas que los hacen pasar como héroes. A decir de Hugo Bazán (1998) la creación del<br />

héroe no sólo responde a la definición del personaje, sino como sistema de referencia para la comprensión<br />

de determinada cultura en un momento preciso. Además, apunta que el héroe desempeña una función social<br />

específica, como glorificar a un grupo o individuo o para justificar un determinado estado de cosas. En este<br />

sentido, al igual que González Escribano (1981), creemos que el héroe no tiene una relación directa con aspectos<br />

éticos, sino con cómo afronta su destino.<br />

Para Bazán, el héroe es un ser transgresor quien desea ir más allá de los límites establecidos por la sociedad,<br />

con la ilusión de ordenar un mundo desarmónico en un viaje que ha de ser su odisea. En este sentido, su<br />

tarea se convierte en una búsqueda por la inmortalidad que, en ocasiones, sólo alcanza la fama. Además, su<br />

esfuerzo por lo general lo lleva a la muerte temprana, lo que le permite convertirse en mito. En la sociedad<br />

contemporánea, dice Bazán, estos héroes y sus gestas son impulsados por los medios de comunicación. Sin<br />

embargo, aclara que sólo son “una suerte de ‘productos’ míticos elaborados a priori cuya nota distintiva se<br />

asienta casi con exclusividad sobre un entusiasmo retórico que se diluye a medida que se va poniendo de<br />

manifiesto lo vacuo de sus discursos” (1998, p. 161). Así, en la llamada por Guy Debord “sociedad del espectáculo”,<br />

los medios masivos de comunicación convierten al héroe en un ídolo con proyección internacional,<br />

cuyas hazañas y fracasos permiten al espectador proyectar sus aspiraciones y deseos, así como sus derrotas.<br />

Si bien Bazán establece que incluso el héroe contemporáneo debe morir joven para hacer perdurar su imagen,<br />

en la crónica de Salcedo Ramos esta muerte física no acontece, aunque se presenta una muerte simbólica que<br />

convierte a Emiliano Zuleta de héroe en sabio. ¿Cómo lo consigue?<br />

Alberto Salcedo Ramos inicia el perfil de Emiliano Zuleta cuando éste cuenta con 90 años, es famoso, pero<br />

ya no puede beber y debe hacer caso a lo que dicen sus hijos y su cardiólogo. A pesar de esta aparente<br />

mansedumbre, Zuleta es un hombre orgulloso de sus historias de amores e infidelidades, es decir, tiene una

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