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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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para encontrarse a la señora Edna con una vara de madera y azotando a la

pequeña de las hijas del duque.

—¿Qué se supone que está haciendo? —gritó Susan enfurecida con el

estómago casi descompuesto al ver a la pobre pequeña en paños menores y

con el rostro inundado en lágrimas.

—Solo estoy dándole su castigo por desobediencia —contestó autoritaria

como si no estuviera haciendo nada malo.

—¿Y no le parece que es demasiado pequeña para someterla a un castigo tan

severo?, ¿Qué se supone que ha hecho para que la castigue de tal modo? —

exclamó acercándose hasta ella y cogiendo a la pequeña entre sus brazos a

pesar de la resistencia inicial que le opuso aquella señora.

—Cuánto antes aprendan la disciplina de una dama, será mucho mejor para

ellas.

—Me da igual lo que el duque opine respecto a su conducta disciplinaria,

pero no toleraré que le vuelva a poner una sola mano encima a ninguna de

estas niñas en mi presencia, ¿Lo ha entendido? —gritó llena de furia.

—¡Soy su abuela! No hay nadie mejor que yo para educarlas —exclamó llena

de rabia.

—Como si es usted la mismísima reina —contestó con testarudez y acto

seguido tendió la mano a la otra pequeña para que se acercara a ella que

finalmente lo hizo y salió con ellas de aquella habitación.

—¡El duque la reprenderá por esto! —escuchó a su espalda Susan, pero le dio

absolutamente igual lo que él pudiera decirle. Si era capaz de aprobar que

castigaran así a sus hijas, se negaba a darle un heredero. No pensaba darle un

hijo a un hombre que consintiera que maltrataran brutalmente a sus propios

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