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El-sexto-sentido-Ordinales-4-Phavy-Prieto

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Susan le miró extrañada y contemplo su semblante tan taciturno hasta el

punto de tener la frente arrugada.

—¿Qué es lo que realmente le molesta lord Buccleuch? —exclamó curiosa.

Antes de que el duque pudiera responder se escucharon varios gritos de

consternación por la sala y Susan se giró para ver que estaba ocurriendo.

—¡Qué vergüenza! —exclamó una señora—, ¡Y aún de luto por la muerte del

pobre señor Benedict! —añadió otra.

—¿Que ocurre? —exclamó Susan—, ¿Se trata de Julia, madre? —insistió

tratando de acercarse al tumulto que se había formado alrededor del acceso a

la terraza del salón.

—¡Ni se te ocurra salir! —exclamó la señora Brandon—, la reputación de

tu... de la joven Benedict ha quedado en entredicho.

«No puede ser» pensó Susan mientras se llevaba una mano a los labios y se

preguntaba quién había podido ser el afortunado...

Ni tan siquiera pudo hablar con Julia debido a la prohibición de su madre,

menos aún despedirse de ella, pero al menos pudo enterarse por Catherine,

que el hombre con el que habían descubierto a Julia besándose no era ni más

ni menos que el señor Hayden. Su mente no dejaba de dar vueltas por saber si

él la habría presionado dada su reputación o si en el fondo a su amiga le

habría gustado.

¿Se sentiría Julia atraída hacia el señor Hayden? De ser así incluso podía

envidiarla. No había nada en el mundo que quisiera más que sentir ese

sentimiento de ardor y emoción por otra persona. Esa agonía y desesperación

por estar entre sus brazos hasta el punto de no importar el lugar, el momento

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